En el que ya es su cuarto disco de estudio, Disco Las Palmeras! rebajan ligeramente densidad sonora con respecto a anteriores entregas. La banda continúa facturando una contundente e indiscriminada mezcla de post-punk y shoegaze, pero al mismo tiempo parece reservar mayor espacio para la melodía, en lo que también se traduce en la asimilación (con naturalidad) de un componente pop que ejerce como secundario ante el habitual trazo grueso del grupo. Algo así como si The Smiths se uniesen a Joy Division y Ride como influencias básicas, apostillando con la decisión una música más matizada en detalles y también de mayor recorrido global.
Un paso importante con el que los gallegos abandonan su zona de confort, y que a la postre sienta francamente bien al sonido del grupo tras refrescarlo de manera sensible. El cuarteto forma parte de la primera línea de ese tropel de grupos estatales que, utilizando el castellano como idioma, escapan sin embargo de la irritante alineación creativa tan propicia para aparecer en la mayoría de festivales veraniegos. Una liga en la que de un modo u otro también encajan formaciones como Perro, Ornamento y Delito, El Lado Oscuro de la Broca o los recién llegados La Plata, y que hacen de una rabia dirigida con sentido su principal argumento.
“Cálida” (Sonido Muchacho, 18) supone un punto de inflexión en la carrera del combo, y quedará como aquel movimiento con el que, manteniendo la esencia de su creatividad y de su propia obra, afrontaron una dirección distinta. Todo con acierto y determinación, firmando un álbum diverso y con numerosos recovecos concretado a través de canciones tan convincentes (y por momentos hipnóticas) como “Nana de sangre”, “Bestia”, “El orden de las cosas”, “Hoy”, “La última gran broma”, “Inútil” o la definitiva “Miedos” certificando el triunfo.
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