Disco Las Palmeras! ha vivido tiempos de cambios: de sello, de formación (con Martiño Salgado como nuevo batería) y hasta de residencia, después de que Diego Castro se mudase a Madrid, aunque la localidad lucense de Sarria se mantenga como punto de encuentro y base de operaciones. En todo caso, el movimiento más significativo se encuentra en el sonido de este tercer álbum, en el que a la distorsión y el ruido de guitarras se une una decisiva presencia de los teclados, al tiempo que las voces emergen con mayor nitidez.
Después de haber levantado un poderoso muro con “Nihil Obstat” (11) y “Ultra” (13), dan ahora un paso al frente y entregan su trabajo más sólido y diverso. Pero es que además consiguen que golpee sin anestesia: a ello contribuye el hecho de que los dos primeros temas (“Tarde y mal” y “Cállate la moca”) muestren una línea más continuista, abundando en los logros de distorsión y contundencia que ya conocíamos; pero es a partir de aquí cuando se produce el gran salto. Los cinco minutazos de la veloz y psicodélica “El final del círculo” constituyen quizá el mejor ejemplo de cómo la banda gallega ha ampliado su campo de batalla, creciendo en espiral y dando paso a una tremenda sucesión de temas en los que las intensas atmósferas de corte shoegazer se mantienen, pero que además incorporan nuevos elementos con los que se acercan al post-punk e incluso dejan asomar un aliento pop que explota especialmente en “Morir o matar”.
Su triunfo en “Asfixia” es que la crudeza adquiere formas distintas -del mismo modo que en las letras convergen aspectos personales y otros de corte sociopolítico-, acentuando la carga melódica y resolviendo la ecuación de manera arrolladora.
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