Lo que definitivamente diferencia a unos de otros en esto de la música es, en realidad, el sistema de coordenadas. A la postre, A nunca es mejor que B en términos absolutos, sino únicamente cuando los ejes de referencia se encuentran en una posición determinada. No existen los Genios ni los Payasos indiscutibles y abstractos. Nuestro sistema de coordenadas, y únicamente nuestro sistema de coordenadas, es capaz de hacernos condenadamente felices. Hay que desconfiar de los absolutos. Hay que desconfiar de quienes ridiculizan a L-Kan sin haberlos visto jamás mendigar unos euros para finiquitar a Von Trier, ni haber tarareado en su vida el estribillo de “Gayhetera” o “Viva la pestaña”, en cualquiera de sus versiones. Existe un sistema de coordenadas -en realidad unos cuantos- en el que L-Kan son un grupo único y fundamental, a medio camino entre el sainete posmoderno, el teatro de bailarines chillones, las marionetas de carne y hueso, y el pop que regurgitó la movida para reírse de la imbecilidad indie todavía por venir. “Discazo” puede ser realmente un discazo, tu novia la más guapa y tu madre la mejor. La alta costura está de enhorabuena. El “Intelectual Sin Bragas World Tour (Sponsored by Susana Estrada)”, o como quiera que se llame la esperada nueva gira de L-Kan, es cuestión de días...
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