La cosa pintaba bien. En marzo de 2020, Diego Vasallo acababa de publicar un disco (“Las rutas desiertas”, Galerna, 2020) del que se sentía plenamente satisfecho y estaba a punto de iniciar una prometedora gira con la que consolidar su regreso a los escenarios después de varios años alejado de ellos. Como sucedió con tantas otras cosas, el coronavirus truncó todos estos planes, pero el donostiarra ha aprovechado estos dos años de desierto pandémico para dar forma a su nueva obra, que lleva por título “Caemos como cae un ángel” (Galerna, 2022).
Se trata de una apuesta valiente: siete canciones largas, con una duración media que oscila entre los cinco y los siete minutos y sin estribillos. Musicalmente, este nuevo álbum continúa el camino emprendido con sus últimas entregas: rock polvoriento y arenoso, blues antiguo, folk, algo de soul… La banda, formada en esta ocasión por Fernando Macaya (guitarras), Raúl Bernal (pianos y órganos), Fernando Neira (bajo), Karlos Arancegui (batería y percusión), Estíbaliz Ponce (chelo) y Pablo Solo (coros), se encarga de dar el acompañamiento preciso a cada uno de los cortes y permite que, por encima de los sobrios arreglos instrumentales, sea la voz la que acapare todo el protagonismo. Diego canta en tonos graves (aunque no tan graves como los de alguno de sus discos anteriores) y recita unos textos que lo confirman como uno de los grandes, si no el gran escritor de canciones del rock español.
“Caemos como cae un ángel”, el tema que abre y da título al disco, resume también muchas de sus claves en una interminable sucesión de versos, a cada cual más logrado. Uno no puede más que sorprenderse y admirar la escritura torrencial del donostiarra, que envuelve sus palabras entre áspera hojarasca sonora. La crudeza instrumental se mantiene en la siguiente, “Doce campanadas”, para virar hacia territorios más aterciopelados en otros cortes como “Después de todo” o “Rumbo equivocado”, esta última con fuerte aroma country gracias al pedal steel. Un metro de nieve es la pieza más desnuda del álbum, sostenida por la banda con mimo y delicadeza, mientras que “Línea directa con tu corazón” constituye una trepidante road movie en la que la guitarra eléctrica abre camino al resto de instrumentos. El disco concluye con “Aquellas calles tuyas”, sentido homenaje de Vasallo a su compañero de oficio y amigo, Rafa Berrio, tristemente fallecido hace ahora dos años.
Una apuesta valiente, decíamos, pero también ganadora. Lejos de caer, el ángel creativo de Diego se eleva sobre sí mismo y nos entrega siete canciones imponentes, musical y líricamente incontestables. Un disco que muy pocos artistas serían capaces de escribir, pero del que cualquiera puede disfrutar.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.