Labyritmos
DiscosDiego García

Labyritmos

8 / 10
Noé R. Rivas — 26-11-2018
Empresa — Sonido Muchacho
Género — Electrónica

Diego García regresa después de 6 años con un segundo trabajo que vuelve a reflejar una forma de ver la electrónica muy alejada de todo tipo de convencionalismos. “Labyritmos” supone un disco de lo más colorido y llamativo en toda su duración, debido a los díscolos sonidos que en ocasiones no nos queda muy claro si proceden de una máquina o proceden de sonidos ambientales. Así es como se va abriendo un camino donde no falta de nada, desde unos vientos puramente folclóricos hasta lo trepidante de las bandas sonoras de ciencia ficción con toques retrofuturistas, sin dejar pasar la ocasión de introducir algún ritmo calypso.

Poco a poco en nuestra cabeza pueden ir surgiendo estampas relacionadas con lo certero de los sonidos de 8 bits de videojuegos muy olvidados en el tiempo, al mismo tiempo de dejarnos llevar hacia las cabeceras de los programas televisivos más vanguardistas. Lo que está claro es que todo lo recogido en el trabajo tiene un fuerte poder sugestivo dada la nitidez con la que los elementos resultan plasmados, no mezclándose en ningún momento para así evitar cualquier textura uniforme y lograr ambientes de lo más cambiantes. Esto puede ocurrir incluso hasta dentro de un mismo tema como bien sucede en “Amarillo” y lo nebuloso de su inicio.

Más detalles dignos de mención tienen lugar con la forma de articular las guitarras presentes en el trabajo, las cuales por momentos gozan de total protagonismo como ocurre en “Ácido Mudéjar”. Jugando con esa parte de la psicodelia que lejos de aspirar a su lado más lisérgico intenta que todo suene perfectamente definido, Diego García logra sacar la perfecta chispa de viveza y caos en ciertos momentos como “Labyritmo”. Al mismo tiempo las grabaciones ambientales juegan un papel destacado, logradas como si se tratase de una recopilación de cintas de cassette perfectamente unidas con celo o un VHS sobre el que se superponen las películas grabadas dejando rastro de la anterior.

Logrando la total expresividad de las melodías mostradas sin tener que mediar palabra, todo el disco parece tener un hilo conductor relacionado con exhibir una constante actividad de modulaciones sintéticas. Incluso en los momentos en los que la propuesta parece girar hacia un rincón más kraut como ocurre en ‘Alcázares’, todo sigue contando con esa perfecta combinación entre lo cíclico de los loops y las pequeñas sorpresas melódicas que capturan constantemente la atención del oyente.

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