Con alma de bluesman, Jason Molina transita por las carreteras abiertas del neo-country con una hondura expresiva que no ha recibido el trato que realmente merece. Mientras la fama se le lleva Will Oldham, Molina abandera un discurso musical con mayores posibilidades de escape y, sobre todo, con una capacidad emotiva tan epatante como dañina.
“Didn´t It Rain” intenta recomponerse, ya de inicio, de aquel terrorífico golpe moral llamado “Ghost Tropic”, no sólo la mejor obra de Songs:Ohia, sino uno de los ejercicios musicales más destructivos de todos los tiempos. En ese sentido, Molina ataca su incurable tristeza desde un vértice menos crítico y comatoso, con una ofensiva que se acerca sobremanera al blues, sobre todo cuando el cantautor se hace acompañar de una banda completa. Su country casi gótico, cuya única condición de supervivencia parece ser la oscuridad total, se matiza con elementos blues y rock para darle mayor robustez a las canciones; y desde ahí, acudir directo a la yugular. Sin tratarse del mejor disco de su carrera, “Didn´t It Rain” cobra suma relevancia por la adopción de nuevos registros y nuevas exploraciones emocionales. Su trayectoria se sabe, a día de hoy, sencillamente imparable.
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