A nadie se le escapa a estas alturas que el californiano, con su voz y forma de pulsar su guitarra, ha cimentado un estilo, sólo que una vez asumido nos encontramos con un disco que recoge catorce temas de factura excelente, pero sin suficiente entidad para ser encumbrados en auténticos clásicos. Y lo mismo sucede con el disco en conjunto, un trabajo impecable al que le falta homogeneidad frente a tanta bacanal sonora de dispersión. Estilos de lo más diverso que van surgiendo a modo de muestreo y que incluyen: un reggae (excelente “With My Own Two Hands”), un blues (“When It´s Good”), un tema que podrían haber firmado The Band (”Diamonds On The Inside”), un rock duro (con alarido incluido) fiel a la tradición de Led Zeppelin (“So High So Low”), un acercamiento de lo más étnico (“Blessed To Be A Witness”), sin olvidar las baladas de corte espiritual tan propias de su peculiar cosmología (“When She Believes”, “Amen Omen”) o el funky sabrosón (“Bring The Funk”). Volando a gran altura, pero con el piloto automático.
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