The Feminine Divine
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The Feminine Divine

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 18-09-2023
Empresa — 100% records
Género — Pop

Cambiante, apasionado, indomable, en ocasiones más visceral de lo razonablemente recomendable, Kevin Rowland no ha perdido su capacidad para desconcertar al personal. Su primer álbum en siete años, primero de canciones nuevas desde hace once, alterna algunos momentos memorables con desvíos a vías de servicio que podrían parecer (al menos a primera vista; u oída, mejor dicho) singulares meadas fuera de tiesto. Tampoco le debe importar demasiado. Nunca lo ha hecho. Las premisas se prestan: reciente interés por la filosofía oriental (el Tao tailandés: ojo a Pele, la diosa hawaiana que aparece en una portada casi tan propensa a equívocos como la inenarrable cubierta de "My Beauty", su disco en solitario de 1999), la reformulación de antiguos hallazgos (el soul de ojos azules de “The One That Loves You” procede de 1991; la muy Belle and Sebastian “It’s Alright Kevin (Manhood 2023)” es una reelaboración de su “Manhood”, de 2003) y una de las cuestiones candentes de nuestro tiempo: la reconfiguración de la masculinidad desde la madurez con la mujer como espejo, en un proceso de autoconocimiento que en su caso transita aquí en la segunda mitad del disco hasta la rendición a una suerte de figura femenina en plan dominatrix. No me queda claro hasta qué punto la guasa es otro de los condimentos.

¿Álbum conceptual? En cierto modo, lo es. Ilustra un tránsito, una historia, un relato que en directo seguramente crecerá a las cotas de teatralidad de aquella inolvidable gira de presentación de "One Day I’m Going To Soar" (2012), que pasó por el Auditori del Fórum (Primavera Sound). Pero el camino presenta baches y algunos vistosos cerros, la verdad. Una primera recta marcada por el northern soul de “I’m Going To Get Free” y su resultón ejercicio de llamada y respuesta entre Kevin y su coro femenino y el disco funk sin complejos de “Coming Home”: alegría de vivir. Y un segundo tramo que brinda lo peor (o lo más cuestionable) pero también lo mejor: el spoken word elegantón a lo Gainsbourg (aunque la contemporaneidad lo sitúe más cerca del último Baxter Dury) del tema titular y de “My Goddes Is” y el lúbrico electro funk a lo George Clinton de “Goddess Rules”, seguidos de la espectacular balada “My Submission” (donde su voz luce esplendorosa, poniéndose a prueba para llegar a las notas altas: seis minutos memorables) y la soberbia “Dance With Me”, aspirante desde ya a estándar moderno, con una atmósfera cool a más no poder. Como si el “Every Kinda People” (1978) de Robert Palmer se acolchase sobre una base de trip hop cuando este aún ni tenía nombre. Una virguería. Solo a él se le ocurre colocar sus dos mejores cortes justo al final: es Kevin Rowland. Es el alma contradictoria y eternamente soul (aquí más soul que folk, desde luego) de Dexys, trayecto reconocible a lo largo de tres décadas por mucha apócope que le ponga a su marca. Lo tomas o lo dejas. Vale la pena no olvidarse de él.

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