Si los neerlandeses DeWolff no son la mejor banda joven de rock en la actualidad, poco les falta. Y, de paso, vayan pasando nombres que se les puedan comparar, que a uno no le basta con la simple negación. Porque los de Geleen van sobrados. De todo. De estilo. De canciones. De clase. De capacidad instrumental. De acierto compositivo. No les falta nada, y este “Wolffpack” lo demuestra en cada una de sus pistas. Ya nos avisaron que su anterior "Tascam Tapes" era una simple diversión grabado con cuatro cacharros en su furgoneta de gira, y que pensaban volver a algo más convencional, en su estilo. Porque “Wolffpack”, aunque se pueda calificar de clásico, de convencionalismos tiene pocos. Los hermanos Van de Poel y Robin Piso se han vuelto a marcar un trabajo de órdago que aprovecharon para presentar, como mandan los tiempos, con un concierto vías streaming sin público.
“Wolffpack” nos da lo que a estas alturas esperamos de DeWolff, pero vuelve a hacerlo con un alto grado de inspiración. Ahí está esa herencia del hard rock, la psicodelia o el blues rock, pero añadiéndole cierta neblina contemporánea que hace que en ningún momento te parezca un disco fuera de tiempo. Esos riffs de guitarra cargados de fuzz y esos Hammonds tienen la habilidad de llevarnos a tiempos pretéritos, pero con la sensación de tener los pies bien anclados en el nuevo milenio. Y lo mejor de todo es que da igual el terreno en el que se empantanen. Porque salen bien limpitos de todos ellos. Ahí está ese “Yes You Do” cuyas teclas nos llevan a los mejores Deep Purple, o la sucia “Bona Fide”, o “Treasure City Moonchild” que parece sacada de un filme de Blaxploitation, o ese “Sweet Loretta” –mi favorita ¿alguien decía en la sala que les faltaban canciones?– que es casi country soul. Todo aderezado con unos juegos vocales que se mueven entre los Bee Gees época previa al bailoteo y los sonidos más negroides de unos Funkadelic del nuevo siglo. Si aun así le sigues poniendo pegas a lo que están haciendo estos tres chavales, háztelo mirar. Quizá lo tuyo sea otra cosa. Y una segunda opinión, nunca está de más.
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