Inadaptado y cansado de sí mismo, Moby sigue perdiendo el juicio y enfrentándose a la etiqueta de estrella que se le adjudicó cuando en las televisiones durante todo el santo día solo veíamos anuncios de recopilatorios de chill out. En este “Destroyed” (compuesto durante la soledad de su última gira y sus brotes de insomnio crónico) sigue habiendo muy poco que rascar. ¿Lo mismo de los últimos años? Sí, pero aun más descafeinado. En “Wait For Me”, se dejó llevar por el ambient y aquí vuelve a hacer lo propio, empeñando más fuertemente su empuñadura electrónica. Sigue en sus trece de distanciarse de su sombra, prescindir de vocales de postín y creerse el heredero de Brian Eno a sabiendas de que esto último se le queda grande. El álbum, resentido por su duración y esos minutos finales de orquestaciones a base de laptops, consigue hacer desfallecer al oyente ante una paleta de trucos más vista que el tebeo para aquellos que siguen al neoyorquino. No nos queda otra, pues, que seguir desempolvando “Play” y aquel "18" con el que el vegetariano disparó sus últimos cartuchos de talento.
si bien es cierto, que se aleja de play su obra maestra, no creo que sea un mal disco. Tiene la esencia de Moby y lo reconoces enseguida sin que te digan que de el . Precisamente en 18 se le critico porque era un Play2, y cuando hace algo diferente se le critica porque play era mejor.
Hace poco pase9 (Moby Dick uno no la lee sino que la viaja) por ese capedtulo intrigante en el que ven un cmlaaar gigante y todos regresan cariacontecidos al barco, convencidos de que una cate1strofe se cierne sobre ellos. La visif3n del cmlaaar es casi inofensiva, pero el efecto en la moral de los marineros es terrible. Lo curioso es que antes de que uno sepa que es un sedmbolo de mal agfcero, Melville logra que uno sienta que hay algo que este1 terriblemente mal.