Más allá de apreciaciones o filias y fobias, no me cabe ninguna duda de que Standstill están a otro nivel. A estas alturas se han convertido en una banda que siempre sube el listón, arriesga y, por tanto, corre el riesgo de equivocarse. Quizás se haya convertido en una obsesión para ellos, pero bendita obsesión. La inquietud es lo último que alguien debe perder. Y hace ya mucho que sabemos que Standstill tienen sus inquietudes disparadas. Ahora bien, eso no siempre significa reinventarse o dar un paso adelante sorprendente. Porque el esperadísimo y ambicioso “Dentro de la luz” ha resultado ser un disco contradictorio. Esa contradicción está en que mantiene algo sombrío y aumenta su carga experimental (“Nunca, nunca, nunca” es el ejemplo más claro) y su escucha requiere esfuerzo en lugar de revelársenos como una obra abierta y expansiva que vuele como una paloma sobre nuestras cabezas.
De algún modo, “Dentro de la luz” es un disco en el que algunas formas han cambiado, incluso el contenido ha cambiado mucho, pero demasiados aspectos permanecen para juzgar ahora mismo su evolución como determinante para lo que Standstill están representando a día de hoy. Sus textos son más luminosos, cierto, han cargado las tintas en las percusiones, también cierto, y los coros épicos magnifican cada momento del disco en el que aparecen, pero el tono se mantiene, eludiendo la capacidad verdadera que le atribuimos a Standstill para dar sustanciales pasos adelante. Aunque no es, para nada, un disco fallido. ¿Cómo podría serlo una obra que incluye la magistral “Pequeño pájaro” -una verdadera maravilla sobre todo en concierto-? Diría que el quid de la cuestión radica en que ese tono sea demasiado sombrio en lo musical para un disco que busca la luz, abandonando la oscuridad de antaño. Por ello, “Dentro de la luz” es un álbum que requiere ser ineludiblemente comparado a sus dos predecesores para ser juzgado y/o entendido en mejor medida. Esa comparación le resta algo de valor a la pieza en sí, es cierto, pero también dota de máximo sentido al conjunto que forman “Vivalaguerra”, “Adelante Bonaparte” y “Dentro de la luz”.
“Dentro de la luz” es posiblemente el eslabón más débil de esa cadena, pero también es un bonito cierre conceptual para la trilogía más personal -con sus aciertos (muchos) y sus errores (algunos)- que haya dado el pop o el rock estatal en estos últimos años.
Adelante Bonaparte era un petardo de disco, un intento de llevar la máxima que con brillantez explotaron en Vivalaguerra, pero que no funcionó, musicalmente hablando. Se olvidaron de las melodías. En esta ocasión parecen haberlo recuperado, aunque lejos de sus dos primeros álbumes en castellano y a
No estoy nada de acuerdo que Adelante Bonaparte sea un petardo. Quizás las primeras escuchas puede parecerlo pero a medida que lo escuchas más veces vas encontrando muchísima sensibilidad, emoción y fuerza. Se convierte en una obra maestra en mi opinión. Mi canción favorita cuando ella toca el piano
Esto es muy aburrido
La música es una cuestión de gustos, así que cuando leo comentarios del tipo: "este disco es un petardo" trato no hacer mucho caso. Pero una cosa está muy clara, para cualquiera que le gustara el vivalaguerra, si se da tiempo, acabará idolatrando el adelante bonaparte. Solo hay que darle tiempo.