Han pasado tres años desde que los guiputxis Delorean publicaron su anterior disco –“Apar”- y eso ha supuesto una larga espera para sus seguidores que son legión. Por eso la arribada de este “Muzik”, su séptimo álbum de estudio en quince años de carrera -cocinado a fuego lento, ajeno a majaderas prisas mercadotécnicas- ha venido acompañada de una gran expectación que podría haberse convertido en un arma de doble y peligroso filo. Que ahora saquen sus temas en un sello propio y nuevo -creado por ellos al efecto y que responde al nombre de (Re?)Phlex- ya es una declaración de intenciones respecto a su propia libertad creativa; y eso siempre -por valiente- es de alabar. Que en los nueve temas que sustancian el trabajo no haya apenas -salvo Pional en “Muzik” y Chris Coady en la mezcla- presencie de la mano -y la voz- de nadie que no sean ellos, también suma puntos.
Todo ha quedado en casa, en familia y eso le da un valor añadido y especial, pero igualmente arriesgado. Y sobre todo, lo que es, más celebrable es el salto de Delorean a una base eminentemente, decidida y ensoñadora de trip-house-pop, y que le sienta como un guante a una apuesta musical que, progresa felizmente, hacia nadie sabe dónde. La ausencia de guitarras es algo tan llamativo, como consecuente. No cabían en este “Muzik” y punto, nada más que hablar del asunto. Si volverán al indie -o no- solo ellos lo saben, y tampoco. El caso es que sobre un permanente sonido sintetizado -burbujeante, soleado y hasta simpático- que para nada les hace perder la identidad de banda, construyen unos nuevos temas en los que, sin haber un hit claro, tienen más baile y tienden más al club -como “Closer”- pero que sigue sonando a los Delorean de “Ayrton Senna”, “Subiza” o el referido “Apar” -caso de las deliciosas “Epic”, “Contra” y “Both”- o llevándonos a terrenos profundamente hotchiperos -como en la jazzy “Orbis” y sobre todo en “Muzik” y la encantadora “Push” que evoca a los mismísimos Moloko de la gran Roisin Murphy- y hasta de la etérea, impoluta y amable shower music y el siempre engominolado dreampop. Otra cosa es que alguien esperase otra cosa o que el tono uniforme y ralentizado del tempo, ritmo y bmp’s del disco y su algo monótono elemento vocal- no colabore apenas en que su nota suba de un notable que, por otro lado, sin duda merecen. En fin, no hay transición sin dolor y aún así todo ha salido mejor que bien.
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