La gran dama de las tinieblas, que no ofrecía señales en forma de disco desde su ya lejano "Malediction & Prayer", vuelve con dos dobles álbumes, continuadores de esas líneas de trabajo paralelas por las que ha discurrido su producción desde principios de los ochenta: la recreación del blues, el soul y el gospel en "La Serpenta Canta" y la tradición más oscurantista de la vieja Europa, del folklore mediterráneo a Ligeti, en el caso de este "Defixiones, Will And Testament".
Nuevo eslabón, pues, en la senda más personal de una artista ya de por sí insobornable, "Defixiones" rememora los horrores del mundo moderno con una mirada a la matanza de armenios, sirios y griegos que se produjo en Turquía entre 1914 y 1923. Grabado en directo -las precariedades económicas mandan- a lo largo de una gira que duró varios años, con prácticamente el único apoyo de un piano y el virtuosismo vocal de la Galas por protagonista, y con las palabras de poetas como César Vallejo, Paul Celan o Yannis Papaioannou cómo sustento, "Defixiones" se convierte en testimonio descarnado de la dualidad, verdugo y víctima, de esa contradicción que es el ser humano.
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