En una entrevista reciente para la revista Self-Titled, Zomby ponía sobre la mesa dos claves esenciales para introducirse en su segundo disco. Por un lado al afirmar que “me echaron de escenas de las que no había pedido formar parte”. Efectivamente, el sector duro del dubstep no ha digerido del todo bien que el autor de “Where Were U In ‘92” demuestre amplitud de miras y presuma de bagaje musical tres años más tarde, en su debut para un sello tan poco clubber como 4AD. Por otra parte y desde el propio título, “Dedication” viene a ser una carta al padre muerto, un ejercicio de exorcismo personal en el que el baile da paso a otro tipo de estructuras más cercanas al minimalismo de Phillip Glass que al del sello Kompakt, sobre las que siempre planea un halo, si no deprimente, cuanto menos melancólico. En cierto modo “Dedication” representa para la electrónica lo que el “Young Prayer”x de Panda Bear (invitado en “Things Fall Apart”) al folk-psicodélico: la pérdida como motor, un viaje sin quitamiedos e imperfecto a lo profundo del alma humana. Posiblemente sin la capacidad de otros discos para cambiar el curso de la historia, y a pesar de eso (o precisamente por ello) todo un logro sin aparente fecha de caducidad.
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