Su anterior “Blessed Black Wings” les convirtió en nuevos estandartes del stoner doom metal, figurando entre los primeros discos del 2005 según revistas especializadas. High On Fire no lo tenían nada fácil para mantener el nivel. Su cuarto álbum, sin embargo, lo consigue con creces.
“Death Is This Communion” es pura dinamita. La cantera de riffs de guitarra con la que el sobrehumano Matt Pike enciende la mecha deja sencillamente sin aliento. Le siguen algunas pequeñas novedades respecto a su habitual arsenal sonoro, como la introducción de guitarras acústicas de “Waste Of Tiamat”, cercana por momentos a los últimos Mastodon. Sin embargo, la principal baza de los de Oakland no radica, como probablemente ya sabrán, en los arreglos y matices de sus cortes; su mayor valor reside en un sonido sucio y brutal pero sólido y compacto como pocos, en sus abrasivas guitarras a medio camino entre Black Sabbath y Bolt Thrower y en unas estructuras y ritmos machacones en continua progresión. En este sentido, se sale nuevamente el batería Des Kensel –completa la actual alineación el exZeke Jeff Matz-, mientras que la voz rota de Pike recuerda más que nunca al gran Lemmy Kilmister. Una obra demoledora que debería confirmarles, si es que alguien aún tiene dudas, en lo más alto del metal extremo actual.
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