Cuando Death Grips hicieron pública su fallida decisión de separarse en 2014 con una nota que empezaba diciendo “Ahora estamos mejor que nunca, así que Death Grips se ha terminado”, dejaron claro que les encantaban las contradicciones. De hecho, el propio proyecto parece algo imposible en sí mismo. ¿Cómo puede seguir existiendo un grupo empeñado en el autosabotaje, ya sea por la publicación de su música sin permiso de la discográfica o la cancelación de giras enteras? Pero MC Ride y compañía han basado su meteórica carrera en esta filosofía, y puede que su “Year Of The Snitch” sea la prueba definitiva de ello.
El nuevo disco de los californianos deja descolocado por muchas razones. Mientras lo escuchas por primera vez suena disperso e irregular, muy lejos del compacto y quirúrgicamente preciso “Bottomless Pit”, pero no tanto si lo comparamos con ese “Steroids (Crouching Tiger Hidden Gabber Megamix)” que se sacaron de la manga el año pasado. Sin embargo, a pesar de lo heterogéneo de sus temas, “Year Of The Snitch” resulta una obra más o menos sólida contra todo pronóstico, donde los temas se suceden prácticamente sin pausa y casi no dejan ni espacio para digerirlos. La producción también sorprende, mucho más sucia y lo-fi de lo que alguien podría esperar viendo la dirección del grupo estos últimos años, y que nos devuelve a veces al sonido crudo de sus primeros discos. Pero no se trata de una regresión; lo cierto es que queda genial con esos cortes más guerrilleros como “Black Paint” o “Shitshow”, pruebas irrefutables de que, en el fondo, el espíritu de Death Grips es puramente punk (además siempre es un gustazo escuchar a Zach Hill aporreando la batería a carne viva, que en esta ocasión forma equipo con Justin Chancellor, bajista de Tool).
El trío jugó al despiste lanzando esa notable “Streaky” como primer sencillo (no hagáis caso a los trolls: es un banger en toda regla), pero la jugada ha valido la pena: “Year Of The Snitch” es tan impredecible como cabría esperar de un proyecto como Death Grips. No es un clásico instantáneo, pero sí probablemente su disco más liberado, más orgánico y puede que más urgente. Son treinta y siete minutos sin restricciones a lo largo de los que la banda hace lo que quiere, disparando en todas direcciones, pero siempre con puntería y siendo muy conscientes de su estatus (no es casualidad que se sampleen a sí mismos en la maravillosamente caótica “Ha Ha Ha”, o que el primer tema del álbum surja de un meme generado alrededor suyo). Aunque contenga tanto el collage de géneros como el sonido agresivo que han definido su estilo, “Year Of The Snitch” será para algunos un disco menor y demasiado inconexo, pero en realidad estamos ante uno de los esfuerzos más arriesgados de la banda (“Flies” o “The Fear” suenan irreverentes hasta para ellos). Un trabajo variado y agotador, lleno de ironía y que a veces roza la autoparodia, pero que reafirma una vez más a Death Grips como uno de los actos más importantes y necesarios del hip-hop contemporáneo.
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