Stewart está solo ante el peligro. Siempre lo estuvo, aunque en la retaguardia estaba su prima "Caralee McElroy" que se fue a Cold Cave antes de que Stewart exclamase a Dios su último grito de destrucción existencial. Desde entonces sigue auto flagelándose solo o acompañado de su nuevo séquito, Former Ghosts, entre los que está la oriental Angela Seo. Su esperado nuevo disco en dos años, desde el enorme (digan lo que digan) “Women As Lovers”, reincide en su algo ya redundante fórmula de siempre. Sin embargo este es más maquinero y con el uso de cacharros como la Nintendo.
Su nuevo cancionero de auto-odio pone a las cajas de ritmo y los sintetizadores en un primer plano y vuelve a acentuar los sonidos chirriantes y estridentes como ya hizo en “Fabulous Muscles” o en su debut “Knife Play”. Su miedo introspectivo se pierde a favor de trallazos electro-bailables. Carece de ese aire clásico y de ese romanticismo gótico que transpiraba el anterior, convirtiéndose en el disco más pop y accesible de todos los que haya hecho jamás. Lo disonante de su sonido ya no nos crea el efecto distorsionador de antes y eso en Xiu Xiu, a priori, no creo que sea algo bueno.
Que su sonido se domestique y se vuelva más común al resto de mortales es una señal de poder estar a un paso de dejar de ser único en su especie, a pesar de esa voz esquizoide tan característica de Stewart y de su vocación por experimentar con el pop. Aunque -y no lo voy a negar todo- sigue arriesgando en algunos cortes como en la reinvención de la tradicional “Cumberland Gap” que popularizó "Woody Guthrie". A pesar de todo, sí, conmueve, aunque si saca uno más así me temo que le dejaremos de amar por falta de riesgo.
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