Steve Wilson y su innovadora forma de entender el rock han situado a Porcupine Tree en lo más alto de la escena progresiva. Es lógico que así sea, teniendo en cuenta que el británico no sólo ha absorbido influencias de grupos sinfónicos clásicos de los setenta, sino que al mismo tiempo ha sabido abrirse a nuevos estímulos con los que activar el sistema nervioso de sus trabajadas composiciones.
Con estas premisas, "In Absentia" (02) supuso una de sus cumbres creativas, gracias en buena parte a algunos riffs de guitarra que flirteaban descaradamente con el metal. Ahora, Wilson y los suyos vuelven a dar otro paso firme en la evolución de su sonido, mediante un disco en el que el metal no alcanza las cuotas de protagonismo de su predecesor, pero sigue siendo uno de los ingredientes que les distingue como grupo multidireccional, a la vez que inquieto e inspirado. Así, creando música interesante, dinámica, sobrada de personalidad y con un sonido actual, Porcupine Tree han logrado igualar el alto nivel exhibido en su anterior trabajo. Para comprobarlo, sólo hay que dejarse seducir por las sugestivas atmósferas que dominan unos temas en los que, por cierto, Adrian Belew (King Crimson) y Mikael Akerfeldt (Opeth) aparecen como invitados.
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