Tras un par de singles de adelanto, los vitorianos Dead Sequoia lanzan su segundo álbum largo. Cinco largos años han pasado desde el primero, y en su sonido actual se aprecia una cierta evolución compositiva que ya habían mostrado en sus conciertos más recientes. De todas formas, ese espíritu gamberro y troglodita que siempre los ha acompañado como gran seña de identidad, se mantiene intacto.
"Me Caes Mal" aparece como primera declaración de intenciones. Letra ideal para no hacer nuevas amistades y no recuperar alguna antigua que se hundió en el lodo, un riff de guitarra directo a la mandíbula y todos tan contentos. "Zoología" es un tratado sobre esa fauna nocturna que tantas alegrías y curiosas experiencias nos ha regalado a lo largo de los años, mientras deambulábamos por garitos de dudosa reputación hasta las tantas. El coreable estribillo de este himno crápula es de los que apetece berrear en bucle hasta quedarse afónico. El sonido garajero vintage de "El Humedal" crea un ambiente inquietante y cuenta una historia de criaturas mutantes que habitan los humedales de Gasteiz. La desesperada voz del cantante nos indica que no todo resulta tan idílico en la Green Capital vasca. "Hacer el Vago" llama a las barricadas y a intentar escapar del sopor generalizado que nos domina y nos apoltrona. Rock directo, sin concesiones, salpicado por unos coros desquiciados y una sección rítmica a piñón fijo, sobre la que se apoya la contundente presencia de una guitarra que se lleva el protagonismo durante la mayor parte del disco. "Casquería", otra de las favoritas y que tan bien funciona en directo, continúa con la fórmula del desenfado y el hedonismo sonoro. A su manera, funciona como canción de amor, una sangrienta metáfora sobre los agridulces sentimientos humanos.
El aire surf de "Cohete" les va que ni pintado a estos cuatro surferos de interior, cuatro astronautas sin escafandra que intentan sobrevivir a trompicones en un planeta que nunca llegará a entenderlos como se merecen. "Lo Intento" sigue con la línea de reivindicación de lo diferente, peculiar, extraño, tirando a friki... Un universo paralelo al oficial, en el que refugiarse durante un tiempo del aburrimiento y la desidia que provoca el día a día. Concluye la grabación con "Estrellita", interesante in crescendo disfrazado de balada rockera, que parece narrar (oh, qué sorpresa) una turbulenta y solitaria vuelta a casa tras la enésima noche de excesos. Dios nunca estará de tu lado.
Disfrutable colección de canciones este "Casquería Fina". Un puñado de garrulos estacazos, alejados de toda pretensión y virtuosismo, donde conviven el desmadre rockero, el revival garajero cochambroso y los ramalazos surferos de Serie Z.
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