El último largo de Dawn Richard es una especie de baúl repleto de todo lo que representa a la artista en la actualidad y, a su vez, un curioso viaje por sus raíces. Por primera vez abandona la pista de baile que definió su pasada trilogía, no se inclina tanto por lo estético, y construye un disco más emocional, sincero y perfecto para firmar esa carta de presentación que nunca llegó a presentar.
Desnuda de toda etiqueta, e imposición artística, con “new breed” Richard se muestra ante el público dispuesta a iniciar una nueva era de su vida como artista. Apuesta por defender su feminidad, su independencia y su cultura. Y, para ello, viaja a su Nueva Orleans natal en busca de historias en las que inspirarse y huyendo de una industria elitista que ahogaba su creatividad. “I’m a lion, I’m a woman” canta en el poderoso tema que da nombre al álbum y en el que como complemento introduce parte de una entrevista a Grace Jones donde habla de su sexualidad: “Encuentro a las mujeres atractivas, si no lo hiciera no podría considerarme a mí misma atractiva”. La idea central de Dawn es poder reflejar en este disco a una mujer poderosa que vive el presente, respeta sus orígenes, tradiciones, y a su vez está lista para liderar una nueva visión del mundo. Una pena que en muchas ocasiones este mensaje quede un poco desvirtuado, menos explícito y falto de referentes en los que apoyarse.
Si nos metemos en el terreno puramente musical es cierto que no es un álbum demasiado sorprendente. Pero bueno, sí que existen ciertos momentos de lucidez que levantan el proyecto. Básicamente se trata de un disco que entrelaza un rnb actual, dominado por una enorme sombra popera, con el synth-pop de sus anteriores lanzamientos y algunos guiños a toda esa música que se desarrolló a partir de los 60 en su ciudad natal y que marcó a algunos de los artistas que a día de hoy son primeras líneas. De ahí su apuesta por el funk en “dreams and converse” o ese maravilloso piano que atraviesa “we, diamonds” mientras nos abre su corazón. No hay un trabajo experimental detrás de este nuevo proyecto, más bien se trata de asentar y reforzar una nueva identidad, o posiblemente la que siempre tuvo y nunca mostró.
“They show their teeth, like white pearls coated with meat, from all the girls they'd like to eat. I prayed, I wouldn't see these wolves haunting me. They're running fast, see their feet. Those packs of wolfs with suits and deeds tempting the girls with pretty things to share them piece by piece”. En “vulture/wolves” no se corta al hablar de un oscuro mercado musical y de altas figuras de la industria que como “buitres” intentaban sacar de ella todo beneficio posible en el pasado (recordemos que Dawn procede de una de las bandas más pre-fabricadas de la historia de US, las Danity Kane). Apuestas como esta hacen más interesante “new breed” y lo llenan de sentido. Al igual que todas esas referencias a los “Washitaw Nation”, tribu ligada a su familia cuyo líder ha dado todo su apoyo a la artista. Aunque, también es imposible no citar que de vez en cuando en el álbum nos cruzamos con letras más pobres y cercanas al mundo pop que nos sacan un poco de lo que Dawn dice querer contarnos. Este es el caso, por ejemplo, de “sauce” que a pesar de tener una gran fuerza musical (su base es terriblemente pegadiza) y una producción liderada por Hudson Mohawke (Kanye West, ANOHNI) y Cole M.G.N (Blood Orange, Christine & The Queens). Te suelta alguna que otra frase con poco sentido, metáforas vacías y hasta una cita a Rihanna.
En conclusión, con “new breed” Richard firma un disco lo suficientemente auténtico y bello como para convertirse en un paso positivo en su carrera. Pero que al final solo se queda tristemente en un conjunto de buenas ideas que habrían necesitado un último empujón para terminar brillando con luz propia y convertirse en un gran álbum para recordar.
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