David Gilmour ha sido y es, pese a quien le pese -y con permiso de Roger Waters-, la primera persona que se viene a la cabeza de casi cualquier persona al citar a Pink Floyd. A pesar de que ni siquiera fuese fundador de la banda, parió con ella sus discos más históricos siendo vocalista y guitarrista dejando un legado impagable en el imaginario de la psicodelia, la música progresiva, sinfónica y, en general, del rock.
Su carrera en solitario comenzó en 1978 con un álbum homónimo que pasó sin pena ni gloria -como casi todo lo que ha sacado con su nombre, a decir verdad- al que siguió más de lo mismo con “About Face” ('84) hasta llegar a los más decentes y algo "pinkfloydianos" “On An Island” ('06) “Rattle That Clock” ('15), que no dejan poso a la larga pero sí ofrecen momentos de escucha agradables en los que siempre hay ratos que hacen viajar al espíritu.
Lo nuevo del inglés, quinta referencia y primera en nueve años, trae a un Gilmour de 78 años en buena forma detrás del título de “Luck And Strange”. Con 9 cortes nuevos, una versión de The Montgolfier Brothers y una jam de título homónimo al LP como bonus, el artista nos trae su obra más familiar (su esposa e hijos andan también en el meollo en la composición e interpretación) dejando una pieza más a encajar a gusto del consumidor dentro de su legado.
A sabiendas de que al músico no le hagan ninguna gracia las comparaciones continuas con su pasado, la sombra de Pink Floyd es demasiado larga e importante y es inevitable no encontrarte con retazos de la banda que él mismo alargó hasta el último aliento en este nuevo disco que comienza ya con una breve intro "desnuda" a piano y guitarra donde se hacen reconocibles al momento sus punteos.
“Luck And Strange” es un buen repaso a la carrera de un músico legendario que se rinde al paso del tiempo aceptando la vida y la muerte rodeado de los suyos (las notables “Between Two Points” y la intimista y folkie “Yes, I Have Ghosts” con su hija Romany cobrando protagonismo son muestra de ello) ofreciendo una dosis de nostalgia importante con “The Piper’s Call”, “A Single Spark”, “Dark And Velvet Nights” o “Scattered” culminando con el genial extra que es la versión extendida de 14 minutos de “Luck And Strange” con material póstumo de las últimas Barn Jam de Richard Wright antes de fallecer en 2008.
En definitiva, “Luck And Strange” puede carecer de originalidad y seguramente no vaya a quedar en el recuerdo, pero todavía cuenta con esa magia que David despertó en la juventud de los años 70 haciendo aullar su guitarra con el acompañamiento de una voz susurrante que es reconocible al instante y que todavía atrapa a pesar de que el tiempo siga pasando por un músico que está a las puertas de cumplir unos más que dignos ochenta años.
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