David Bowie se había pasado gran parte de los noventa volviendo a reinventarse, esta vez a través de la electrónica y el sonido industrial de los Nine Inch Nails, pero tras celebrar por todo lo alto su cincuenta cumpleaños con un concierto en el Madison Square Garden comenzó a fijarse en su inmaculado pasado, en 1999 hizo uno de esos especiales “Storytellers” para VH1 y recuperó “Can't Help Thinking About Me”, una de sus primeras composiciones, editada en enero de 1966, ese mismo año llegaría “Hours”, un disco que, casi por primera vez en su carrera, evocaba estilos e ideas previamente exploradas sin mirar únicamente al futuro. Al año siguiente, tras su exitosa actuación en Glastonbury, Bowie decidiría finalmente recuperar su pasado más perdido, principalmente lo anterior a “Space Oddity”, regrabando varias de sus primeras canciones, tanto de su primera etapa mod, como de sus coqueteos con el “music hall” y el pop barroco de Scott Walker en Deram.
Fue así como surgió este “Toy”, que ha visto recientemente la luz, tras ser rechazado por su compañía en el año 2000, y que se grabó poco después de aquella mítica actuación en Glastonbury, con la misma banda, y el subidón del éxito recibido. Está claro que Bowie se lo está pasando de maravilla volviendo la vista atrás para recuperar aquellos primeros sencillos, cuando todavía quería ser Mick Jagger, como “Can't Help Thinking About Me”, “I Dig Everything”, “Baby Loves That Way” o “You've Got A Habit Of Leaving”, siendo la primera uno de los grandes momentos del disco, pero puede que lo mejor venga con la recuperación de algunas de las mejores canciones de esa olvidada primera época.
Y es que, a partir de 1967, Bowie comenzó a demostrar un enorme potencial como compositor con canciones tan notables como “Karma Man”, “Let Me Sleep Beside You” o “Silly Boy Blue”. Es evidente que “Space Oddity” es la canción que demuestra su genialidad absoluta, pero no se debería olvidar que antes de hacerla ya había canciones tan especiales como las nombradas, “In The Heat Of The Morning”, que aparece aquí en uno de los dos discos de versiones alternativas que acompañan al “Toy” original, o “When I Live My Dream” que merecen mayores elogios que simples curiosidades de su pasado.
Bowie parece estar de acuerdo y con este “Toy” reclama una mayor atención sobre aquel periodo, eso sí, si sus primeros sencillos, más directos, suenan en versiones revitalizadas, no tengo tan claro que las canciones más Scott Walker de Deram, como las ya nombradas, superen a las originales, y no es tanto por una razón de arreglos, bastante apañados, sino por una cuestión vocal, y es que el Bowie del año 2000 tiene un registro mucho más limitado, aunque más expresivo, que el Bowie de veinte o veintiún años.
Esto se nota especialmente en las versiones de canciones que ya pertenecen a su periodo clásico, como esa preciosidad titulada “Conversation Piece”, que quedó relegada a cara B de “The Prettiest Star” en 1970, o la preciosa “Shadow Man”, compuesta en los gloriosos años de “Hunky Dory” y “Ziggy Stardust”, que merecía aparecer de una vez en un disco oficial de Bowie. Eso sí, son dos canciones tan buenas que nunca está mal volver a ellas. El trabajo también incluye un par de canciones totalmente nuevas, la que le da título, “Toy (Yur Turn To Drive)”, y “Hole In The Ground”, escritas haciendo una especie de ejercicio de estilo que recuerda al Bowie de los sesenta, siendo la primera la mejor de las dos.
En definitiva, “Toy” es un trabajo notable que ve a Bowie mirar atrás sin ira y pasárselo en grande revisitando su catálogo más desconocido. En “Can’t Help Thinking About Me” cantaba "I wish I was a child again" y eso es precisamente lo que hace en este disco, una obra nada rompedora ni original, pero que se nota que es pura diversión, además de una reivindicación sobre unas canciones que fueron un fracaso en su momento pero que el artista invita a ver a través de otra luz. Y es que si en “Conversation Piece”, tras el enésimo fracaso de su carrera, cantaba "I’m invisible and dumb and no-one will recall me (soy invisible y estúpido, y nadie me recordará)" el tiempo le ha demostrado equivocado, porque, a pesar de estar muerto, su huella nunca se olvidará.
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