Cinco años después del sólido "Come Tomorrow"(18) Dave Matthews y su banda -a esta altura una suerte all star band gestada orgánicamente- vuelven al ruedo discográfico para mostrar una cara más intimista, menos enérgica que en la anterior referencia.
A pesar de esta diferencia sustancial entre un disco y otro, los fans del sudafricano no deben temer por ningún tipo de decepción y de hecho disfrutarán de este álbum de punta a punta.
Porque más allá del carácter calmo de varias de las composiciones como la ambiental “Looking for a Vein”, dueña de una melodía de gran factura que recuerda a Sting, o la entrañable “The Ocean and the Butterfly” en la que Matthews saca todo el poderío sensible de su voz en un entorno que suena a madera, también hay momentos de esos que dejan a este artista en un lugar único. Es que puede gustar o no, como básicamente todo en esta vida, pero es difícil de discutir que su ADN está formado una secuencia de nucleótidos particular: ¿quien en el business es capaz de sumar arreglos de gran complejidad musical a esas canciones folk? Y más aún: cuando se le va la pinza con el subidón de energía, simplemente se vuelve un adorable bicho raro.
La parte más floja de este disco -si es que hay una- podría ser la escasez de esos momentos álgidos, reflejados solamente en dos canciones, “Madman’s Eye”, la más power con su intensa progresión arabesca y coro glam y en la rockera “After Everything” en la que también juega con melodías vocales a la Beatles/Beach Boys.
En el terreno de los medios tiempos “Break Free” se lleva la corona, seguida de cerca por la apertura y tema que da nombre al disco; aquí queda plasmado el nivel de calidad que Dave Matthews Band son capaces de desarrollar. Los temas tienen un poco de todo lo que estos tíos siempre hacen bien: bases contagiosas, coros dulces y corpóreos y una buena dosis de arreglos protagonistas.
Podría decir que Dave Matthews Band son la gran banda de AOR -género bastardeado si los hay- de hoy día, pero creo que sería injusto con su espíritu de avanzada y sobre todo por el evidente amor que pone en cada una de sus composiciones. Como muestra de esto sirve escuchar las sentidas e impecables ejecuciones de los temas que cierran el disco, “Monsters” y “Singing from the Window”.
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