El misterioso Daryl Johns debuta en formato largo con un disco de baja fidelidad que parece apostar por la filosofía Do It Yourself, tanto en texturas como en aspecto, motivación y, en definitiva, argumentos creativos. Ese DIY resultaría ser, al mismo tiempo, virtud y elemento determinante cuando se trata de catalogar la referencia en cuestión. Una apuesta que, de paso, sitúa al músico de Los Ángeles en algún punto indeterminado (y de atractivo intermitente) entre Mac DeMarco –cabe destacar que la referencia ve la luz en el propio sello de DeMarco–, The Lemon Twings, el Ariel Pink menos psicodélico y John Maus.
Unas prioridades que también apuntan al aspecto vintage como capa innegociable con la que envolver ese conjunto de canciones (catorce en total) que conforman el lanzamiento. “Daryl Johns” se reparte entre piezas instrumentales y cantadas, sumando sin miedo a la reiteración teclados vintage, preferencias setenteras y ochenteras, y un encantador punto hortera entremezclado con inspiradas melodías. Soft-pop, indie-pop, glam-pop, jangle-pop y algo de new wave tejido al amparo del que podría bien ser un estudio casero levantado con paciencia por el autor en su propio garaje.
El invento tiene su gracia, sobre todo en esa primera mitad que deja entrever un poso de talento que deberá quedar potenciado en los próximos movimientos del norteamericano. Un optimismo motivado por las pequeñas gemas del lote: “Corner Store”, “Barbecue In The Sun”, unas “Let Her Go” y "Maggie and Me” que podría haber pertenecido a The Feelies y Panda Bear respectivamente, “Whoops”, “Palermos” o “I'm So Serious”. Aciertos todos ellos que señalan a un artista con margen por delante, además de una probada capacidad para hacer bonitas canciones que lo mismo admitirían un pulido adicional como presumen de orgullosa autenticidad.
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