Lo peor que nos ha dado el formato compacto es, sin lugar a dudas, que haya artistas que se empeñen en completar álbumes de sesenta o setenta minutos de duración.
El primer disco en solitario de la mitad de Air, Jean-Benoît dura solamente cuarenta y cuatro, pero da la sensación de durar setenta y ocho. Podría ser porque las canciones no aportan precisamente demasiado a la bandeja de la balanza en la que se acumulan los logros de estos franceses y cae como un plomo a peso sobre la contraria. Aunque tampoco se alarmen, “Darkel” no es un despropósito, ni mucho menos una vergüenza, pero sí es disco ñoño y edulcorado hasta lo insultante con visos de ser una colección de caras B (algunas algo apetecibles, como “Be My Friend”, “Earth” o incluso la babosita “At The End Of The Sky”) que recoge todas las canciones que no pasaron el filtro de exigencia de Nicolas Godin. Dicen que se grabó a altas horas de la madrugada tras las sesiones de “5:55” de Charlotte Gainsbourg, en el que ambos trabajaron, lo cual acaba dejando clara una cosa: que, por las noches, nuestro querido Jean-Benoît debería follar más y aburrirse menos.
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