Balago definen “Darder” como su trabajo más oscuro (razones hay para ello) y relacionan sus cuarenta minutos de duración con la narrativa cinematográfica, lo que tampoco pillará por sorpresa a nadie que haya seguido su trayectoria. Como Vangelis o Jan Hammer en su día, explotan las posibilidades de los sintetizadores y las cajas de ritmos para completar una serie de composiciones de aires futuristas que por momentos (“El penúltim”,”L’Etern Retorn”,…) sorprenden con arranques amenazadores (un tratamiento sonoro más profundo y ambicioso, menos mate, habría puesto la guinda). El caso es que, por mucho que trascender más allá del pequeñísimo círculo de aficionados a lo experimental parezca tarea imposible, el trío de La Garriga atraviesa un dulce momento creativo, cerca de la plena madurez tanto a la hora de manejar las herramientas como de explotar las ventajas de un procedimiento colaborativo cada día más inusual en el terreno de lo electrónico.
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