Con sólo un disco en su haber, su espectacular debut ‘Drone Logic’ (2013), Daniel Avery consiguió colarse en la élite del techno mundial casi de inmediato. Como un soplo de aire fresco, el productor y DJ británico fascinó a propios y extraños con un trabajo en en el que mezclaba con naturalidad elementos de electroclash, krautrock, trance, shoegaze, post-punk o nu-disco. La energía e inmediatez de sus beats y su pegajoso sonido de sintetizadores y bajos profundos lo convirtieron en un clásico del género prácticamente al instante, ganándose el respeto (y los halagos) de pesos pesados como Erol Alkan, Andrew Weatherall o Death In Vegas. Un espectacular ascenso que no era ni mucho menos casual. Pese a toda su vanguardismo y experimentación, ‘Drone Logic’ era un álbum eminentemente diseñado para la pista de baile. No en vano, Avery comenzó a ejercer como DJ en la mítica sala londinense Fabric con apenas 21 años.
Hoy, con 32 años, Daniel Avery presenta ‘Song For Alpha’ y parece decido a mostrar que su paleta sonora es aún más amplia (si cabe) de lo que nos había mostrado hasta ahora. Como hacía presagiar el EP previo ’Slow Fade’ (publicado en enero y del cual sólo el tema principal repite en el álbum), Avery explora en su nuevo trabajo el espacio que hay entre la música de club y el downtempo ambiental de escucha sosegada. Casi podríamos decir que ambas facetas del productor se intercalan a lo largo del disco de forma milimétrica. Según parece, el álbum está inspirado en el estilo de vida itinerante del propio Avery: discotecas, vuelos, habitaciones de hotel… una vida en perpetuo tránsito en la que nunca sabes si es de noche o de día. Una sensación que el productor consigue transmitir a la perfección a lo largo (y ancho) de estos catorce nuevos cortes, en los que la introspección parece actuar como leimtov o hilo conductor.
Pese a ello, ‘Songs For Alpha’ no está exento de dinamismo rítmico. Temazos de techno oscuro como “Sensation”, “Clear” (¿guiño a Cybotron?) o “Glitter” son buena muestra de ello. Pero sin duda los pasajes ambientales son los que marcan la pauta. La influencia de Brian Eno o William Basinski se respira en el ambiente. Olvidemonos del sonido ondulante de ‘Drone Logic’. Avery está aquí más preocupado por los matices y las texturas que por la limpieza de las pistas. El álbum se abre con la onírica “First Light”, una intro que aventura un viaje a punto de comenzar pero que, por algún motivo, no termina de despegar. “Stereo L” continua esa senda con un ritmo electro en slow motion. El movimiento está siempre presente, pero se contrapone con una fuerza constante que lo refrena y evita que explote; como en la adictiva “Projector” o en la cuasi-industrial “Citizen // Nowhere”. Una dinámica que se repite hasta el final del disco casi hasta generar un efecto verdaderamente hipnótico, que en ocasiones nos recuerda a los mejores Boards Of Canada (“Days From Now” directamente podría ser un corte perdido de ‘Music Has The Right To Children’) o incluso al Aphex Twin más decididamente ambient (“Embers”).
’Song For Alpha’ demuestra una vez más que Avery es capaz de deconstruir sus diversas influencias y volverlas a unir para crear algo totalmente nuevo. Se trata de un álbum absorbente, emotivo, en ocasiones majestuoso (el cierre con “Quick Eternity” es demoledor). Un disco que que transporta al oyente hacía un paraje imaginario, entre el desaliento y el éxtasis. Sí la música psicodélica es aquella en la que realmente te puedes perder, entonces estamos ante el mejor álbum de psicodelia del año.
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