Sangre
Discos / Dani Llamas

Sangre

8 / 10
David Pérez — 10-11-2023
Empresa — Wild Punk
Género — Pop

Ya lo dejó claro en La verdad (20) y lo reconfirmo definitivamente con “A fuego” (22), qué bien le ha sentado al jerezano Dani Llamas (re)volver a sus raíces y, sin miedo a encontrarse, como aquella piedra que arrojaron al mar por soleá, divisar un nuevo centro creativo. Del folk-rock, actitud punk y pop de guitarras, a la jondura poética de la tierra y el fluir doliente de la memoria.

“Y aunque suenen a rebato / las campanas del olvido, / no se puede apagar el fuego / que vuestra lucha ha encendido”. Así, con el corazón en el puño, metamorfoseando con quejío eléctrico y valentía la soleá del Mellizo que hacía Juan Mojama, comienza a borbotear esta vibrante “Sangre” (23). Unas “Campanas del olvido” que doblan en su inicio a fuego lento y relampaguean después a ritmo de rock parpadeante y pinceladas electrónicas, con la imprescindible guitarra flamenca y heterodoxa de Raúl Cantizano al mando. Teclados psicodélicos y Lorca entrando en juego: “La luna es un pozo chico, / las flores no valen nada, / lo que valen son tus brazos / cuando de noche me abrazan”. Fundiendo versos en la herida abierta del pasado y el presente, con la colaboración de una de las artistas flamencas más libres y geniales de la última década, la omnipresente Rocío Márquez, sobrada de sensibilidad y poderío en la réplica de un Zorongo Gitano que eriza la piel en boca de ambos desde el primer verso. El resto de los tripulantes de la nave son (banda habitual de Dani): Rafa Camisón a la batería y percusión, Marco Serrato al bajo eléctrico, Koe Casas a los teclados y Manuel Mateos Chacón a las guitarras, con el extra de Paco Loco a las guitarras y sintetizadores, además de ocuparse de la producción del álbum.

Tras la declaración de intenciones inicial a pecho descubierto, seguimos acelerando las pulsaciones con dos piezas que terminan por dejarnos tocados y hundidos de emoción: la bellísima “Solo en lo profundo”, que sin inspiración en palo flamenco alguno, es de las más jondas del lote, con Dani quemando las naves fraseo a fraseo, la banda electrificando cada paso y Rocío emergiendo de las profundidades oscuras y partiendo el cielo en dos. Y casi sin que nos dé tiempo a levantarnos de la lona, un tercer asalto y nos rematan con una bulería por soleá que araña por dentro,“El color de los días”, abriéndose en canal con ese estribillo/pregunta sin respuesta que duele y sana por momentos: “¿A dónde fue / la luz que nos hacía resplandecer? / El color de los días… / ¿a dónde fue?”. Ilusiones que se rompen y magia que se desvanece sin que nos demos cuenta… Con una cuidadísima instrumentación y la voz de Dani y Rocío fundiéndose en una intensidad arrebatadora.

Nos dan un respiro en la vidalita “Una moneda al aire”, brisa fresca rebosante de colores, aromas y matices, con las cuerdas de Raúl Cantizano brillando hasta cegarnos, y las voces de Dani y Rocío de nuevo danzando en cada verso. Una tregua, pero vigilante: “Y si la historia se repite, / si he de derramar mi sangre, / cabaré una trinchera / siempre junto a mis iguales. / Y si la paz está maldita, que la muerte nos abrace, / como el rayo que no cesa, / dándole a la vida alcance”.

En la titular, “Sangre”, encontramos una de las piezas más luminosamente pop del lote, pegadiza y escurridiza, pero sin nada de edulcorantes, con Dani desgarrándose el alma y la memoria grabada en el pecho, veneno que amarga en la boca. Y si en esta “Sangre” rezuma la cara sonora más resplandeciente del disco, seguimos con otra pista hermana, repleta de guitarras crujientes y chispeantes, “La guerra ha terminado”, junto a The New Raemon, puro rayo de luz que deja la sombra vencida: “Cántame aquella copla que avivará nuestra esperanza, / ponme la cabeza en el hombro, camarada, / lo que nos consuela, nos ayudará a seguir, / firmes en la lucha, abrazados hasta el fin”.

Y antes, otra masterpiece con Rocío Márquez, un western flamenco crepuscular de alegría contra la ignorancia, con Dani reinando sobre el “Ruido que nunca calla”, bajo un ritmo trotón y un desenlace eléctrico que es pura poesía sonora a las seis cuerdas; seguida de la templanza y jondura centelleante de “Luz de Trento”, fronteriza, afilada y místicamente oscura, con tormenta instrumental final que se antoja atronadora en directo, a medio camino del caos controlado de Wilco y los Bad Seed. Quemaduras aseguradas.

“Se han rebelao / los que pedían / y no le han dao”. Por compás de soleá nos vamos yendo con cantes de Cádiz en “Que un Rey me juzgue”, mirabras junto a Rocío Márquez como mejor compañera de aventuras (voz y coros en más de la mitad de los temas).

“La estrella que me guía se está apagando, / y el firmamento entero se está quebrando”. Despedida con cantes del campo, “arando con surco de carne y hueso” en la “Trilla del tiempo”, un “hoy no es ayer” espacial y sintetizado que nos arrastra y no nos deja tocar el suelo.

Tía Anica la Piriñaca decía: “Cuando canto a gusto, me sabe la boca a sangre”. Ese es el brillante líquido rojo que fluye, a gusto y libre, por cada una de estas diez canciones.

 

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