Precipice

Algunos memoriosos musicales recordarán el primer tour de Tomahawk por España, a comienzos de 2002. El súper grupo bastardo de Patton, Denison y compañía traían en su combo a un telonero completamente extraterrestre, Dälek. Este acto de hip hop de New Jersey abría aquellos conciertos y dejaba a todo el mundo a cuadros ante su incondicional entrega de flow duro, bases noisy y un DJ que abusaba de sus bandejas y vinilos cual Jimi Hendrix de la era Mad Max.

Veinte años después vuelven a Ipecac -sello de Mike Patton- y lo hacen por los carriles que más cómodos le quedan.
La banda se define como una cruza de influencias que lo dicen todo. Por un lado el ímpetu de Public Enemy, por otro la debilidad por el ambiente ruidista de My Bloody Valentine y por último la astucia experimental de los alemanes Faust.

Podríamos reemplazar esos nombres por otros contemporáneos, pero en definitiva de eso va esta propuesta: hip hop denso, oscuro, con bases donde los bajos parecen blureados y las baterías de sonido industrial suelen respetar los beats clásicos de la vieja escuela.

“Precipice” es un disco lineal, obtuso, enfocado. A su manera es doom, es drone, es chungo. El andamiaje de la banda por los ambientes del metal alternativo (han girado con Tool, The Dillinger Escape Plan, Mastodon, Fantomas, etc) les deja aquí una interesante colaboración con Adam Jones, guitarra de Tool, en el tema “A Heretic Inheritance” en el que Jones desarrolla una manta de distorsión que cubre todas las intenciones de la pieza, sumándose al tipo de espíritu experimental del grupo de MC Dälek and Mike Manteca.

“Precipice” es un disco que comenzó antes de la pandemia y terminó después, ese simple hecho lo convierte en un elemento con vida propia en el que la visión de alerta clásica del hip hop toma protagonismo más que justificadamente. Quienes sientan curiosidad por lo que sucede lejos del brillo y las luces en el mundo del rap, definitivamente deberían darle una chance a Dälek.