La retirada de Daddy Yankee, por muchos lectores que pierda Mondo Sonoro con esta reseña, es uno de los momentos más importantes de la música popular del siglo XXI. Igual que lo fueron esos primeros lanzamientos como ‘Donde Están Las Gatas’ o ‘Gasolina’, con los que toda una generación hemos crecido y disfrutado. El impacto de Daddy Yankee como artista, pero sobre todo, como representante de un movimiento que ha permeado en casi todas las capas de la sociedad, así como en todas las sociedades del mundo, es inigualable. Como él mismo dice en el video que anunció su retirada: Cuando él era pequeño, todos querían ser narcotraficantes. Ahora todos los jóvenes quieren ser cantantes. Eso es cambiar la cara de tu tierra y no ganar unas elecciones locales.
Eso debe respetarse y reconocerse. El trabajo por la cultura de Puerto Rico y de todo Latinoamérica que ha hecho DY es de tal magnitud que no somos capaces de verlo ahora siquiera. Estamos demasiado cerca históricamente. Del mismo modo, se hace necesario apuntar que los grandes éxitos de Daddy Yankee se han alejado de los álbumes desde 2008, cuando lanzó ‘Talento de Barrio’. El impacto de DY ha venido alejado del trabajo conceptual y de largo recorrido que suele rodear a los álbumes, algo que sí consiguió el J Balvin de ‘Vibras’, por ejemplo. Y en este ‘Legendaddy’ no asistimos a un cambio respectó a lo que fueron ‘Prestige’ o ‘King Daddy’: canciones de baile facturadas por un verdadero experto donde no sobra nada y que podrían sonar en cualquier discoteca de España durante horas. El poderío de Daddy Yankee en la última década se ha cimentado de forma explosiva. La gasolina que parecía quedarle era nitro de corto alcance. Single a single, buscando y encontrando el número 1 en la lista de singles.
Casi diez años sin sacar un larga duración, y lo más importante, sin necesitarlo, oxidan. Tampoco hay un par de momentos épicos como los que ayudaron a cimentar su carrera. Las colaboraciones aprueban correctamente, pero no brillan ni relucen. Bad Bunny, El Alfa, Sech, o Myke Towers tienen un lugar en el álbum de despedida de Daddy Yankee, pero no esperen encontrarse aportes brillantes que marquen la diferencia. No han devuelto con música, la altura de la oportunidad que se les ha brindado. El día a día de DY debe ser tremendamente divertido, una fiesta, pero un álbum, como el mix de Barney Stinson, debe ir siempre hacia arriba.
Despedimos a Daddy Yankee con la mano en el corazón y pagando rápido una copa en la barra porque empieza a sonar uno de sus temas en el mejor momento de la noche. Un tema que, seguro, no pertenecerá a ‘Legendaddy’.
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