A pesar de contar con una generosa discografía previa, Nick Rattigan resulta casi un total desconocido por estas latitudes, al frente de ese proyecto bautizado como Current Joys y que gestiona al margen de su otro grupo, Surf Curse. Quizás sea ahora, tras fichar por el siempre interesante sello Secretly Canadian, cuando el músico logré niveles adicionales de atención o cierta popularidad a nivel global. Un logro que, si hay justicia, debería concretarse sí o sí gracias al precioso e inspirado álbum que el norteamericano acaba de publicar. ‘Voyager’ (Scretly Canadian, 21) es un compendio del mejor indie-pop, que apuesta por bonitas melodías y buen trato de las voces mientras el músico afronta diferentes direcciones con las que encauzar el género, siempre con única intención entre ceja y ceja: acercarse a la canción redonda.
Ese tipo de acierto es el que abunda a lo largo y ancho del presente disco, en el que las dianas se suceden una tras otra y apenas hay piezas que no pudiesen quedar señaladas como claros sencillos. Sucede con temas tan emocionantes como los iniciales “Dancer In The Dark” y “American Honey”, además de “Altered States”, engalanados todos ellos con una instrumentación generosa y arreglos clásicos que ensanchan la profundidad de cada pieza. Una tendencia que continúa repitiéndose hasta el final del elepé, insistiendo con tino en gemas como las noventeras “Breaking the Waves” y “Something Real”, la realista “Big Star”, “Amateur”, la sentida “Rebecca”, o el logrado dramatismo de “Shivers” y "The Spirit Or The Curse”. Rattigan también sale victorioso cuando pisa el acelerador y apura piezas más contundentes del tipo de “Naked” (con ecos de Sonic Youth o Nick Cave), o cuando vira hacia pop más hedonista del tipo de “Money Making Machine” y “Voyager Pt 1”.
Nick Rattigan juega en una liga no muy lejana a las de Conor Oberst y sus Bright Eyes, Sondre Lerche, The Decemberists o Ed Harcourt, y ‘Voyager’ (21) es una poderosa llamada de atención que tiene todo para ser contestada. Una ambición, la latente en el séptimo álbum de Current Joys, que resulta palpable y bien aprovechada. Todo a pesar de incluir el número excelso de dieciséis cortes, lo que complica la digestión en su último (y más discreto) tramo al mermar algo la efectividad global. La referencia supone en cualquier caso una sorpresa adictiva, idónea para bucear en busca de las favoritas personales. Pero, ante todo, es un gran disco con clara mayoría de canciones capaces de quedarse en la retina por arte de magia y desde la segunda escucha.
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