Everything Is My Family

El tercer largo de Crystal Fighters sigue los pasos naturales de “Star Of Love” (10) y “Cave Rave” (12), acelerando la marcha y haciendo girar la bola de espejos sobre la pista de baile como si no hubiera mañana. Tras el “gracias a la vida” inicial, intro/mensaje en español e inglés que marca la nueva y contagiosa senda de estos músicos, empieza la fiesta sin contemplaciones con la pegadiza “Yellow Sun”, el single “Good Girls” y la dance “In Your Arms”.

Sebastian Pringle y los suyos se alejan de sus raíces pero no las pierden de vista. Aunque la balanza cae del lado de los sintetizadores, sigue latiendo con fuerza la instrumentación acústica y percusiones en bucle con estribillos y coros marca de la casa. La amplia paleta de colores que encontramos en estos flamantes diez hits está fuertemente influenciada por los viajes que la banda ha realizado a través de Centroamérica, aparcando la absorbente rutina urbana y sumergiéndose en la espiritualidad y ricas tradiciones musicales de antiguas comunidades. La vida como búsqueda en el camino, la experiencia de saborear cada momento. Con la vaporosa “The Moondog”, que recuerda a MGMT, bajan las revoluciones y flotamos en una ensoñación que rompe en unos coros gospelianos cargados de psicodelia, la misma que se filtra y rebosa por cada surco de “Fly East”, con un rasgueo folk que se funde con guitarras eléctricas que surfean por un mar de voces lisérgicas.

Los refrescantes aires de “All Night” huelen a tierra mojada y jungla, a danza nocturna en una playa alrededor de una hoguera. Se antoja himno central y pieza clave en directo. Y canciones como “Ways I Can’t Tell” o “Lay Low”, remarcan que el aura luminosa de Andrea Marongiu (presente en todo momento) les acompaña y empuja hacia delante.

“Everything Is My Family”, con una producción pulida, cristalina y comercial, es el trabajo más vitalista y alegre de la banda hasta la fecha, un canto a la convivencia y al amor universal bajo los rayos de sol de un verano perpetuo.