Dime dónde estamos
DiscosVera Fauna

Dime dónde estamos

9 / 10
David Pérez Marín — 08-04-2025
Empresa — BMG Ariola
Género — Indie pop

Nos sembraron en el pecho sus “Dudas y flores” (20), esa angustia por ver como desaparecían nuestras ciudades tal y como las conocíamos, con Sevilla como ejemplo y epicentro sentimental; para afianzar luego su personalísima, ecléctica e irresistible brisa primaveral a cámara lenta, degustando cada momento, en “Los años mejores” (23), con el existencialismo de la edad y la precariedad que nos ha tocado vivir extendiéndose por muchas de sus pistas. Ahora suben la apuesta en este sobresaliente tercer largo, “Dime dónde estamos” (25), con una cuidadísima producción a cargo de Raúl Pérez y Álex Fernández.

Estos cinco amigos, Kike, Jaime, Alex, Juanlu y Javi, Vera Fauna, vuelven más intimistas y expansivos que nunca, con ese irresistible azahar y luminoso amargor sonoro que los define y que se te queda pegado como salitre a la piel desde la primera escucha. Un disco en el que confluyen y maduran todos sus ingredientes maestros en diez canciones que rezuman vida propia, a corazón y cielo abierto, como el azul de la portada. Un ramillete de composiciones que, con el ADN de la banda intacto, ganan en concreción y te hablan a la cara de esos vínculos que vienen y van, que nos definen, que se mantienen contra viento y marea, que se pierden, pero nunca desaparecen del todo, con sus huellas, heridas y cicatrices en continuo movimiento.

“Raro crecer y no poderte quedar, / irte a lugares donde no caerte muerto. /¿Y ahora con quien me acelero?, / si quien yo quiero está lejos… / Se lo ha llevado el dinero, / ¿cuánto hace que no nos vemos? / Echo de menos tu voz, / echo de menos tu voz…”

Así, de la pérdida de autenticidad de los núcleos vitales, expulsando, incomunicando y separando a su gente, brota un nihilismo activo que nos empuja a retomar lo que nos queda, quizás lo más importante: el calor humano para volver a conectarnos. De esa necesidad de saber de los nuestros, de esa ausencia, nacen estos cantecitos directos al centro de la diana emocional, de lo individual a lo colectivo. De la inicial “Tu voz”, con esas atmósferas envolventes y bailables (regusto a Parcels y Jungle) que nos invitan a echar de menos en voz alta, a salir de ese silencio que a veces se alarga demasiado; al funk resplandeciente de “Sale el sol”, con ese guiño a The Roots inicial que hacen suyo en una suerte de collage creativo que no conoce ni rejas ni paredes, y todo acompasado bajo el latido poético de lo cotidiano, atravesándonos con el reflejo de esa afilada hoja de la experiencia y lugares comunes: “Te busco y nunca estás… / Sale el sol por la mañana, / un sol que quema…”, y otro estribillo que te persigue y atrapa: “Vente solo si quieres, / yo estoy para ti si tú estás para mí. / Tú vente solo si quieres, / yo no voy a buscarte… / Quiero que tú vuelvas…”.

Y antes del soleado ecuador, el pulso hip-hop sigue zigzagueando con fuerza en los surcos de “Un atraco”, para seguir profundizando en las soledades compartidas y problemas de incomunicación, en lo difícil que es a veces exteriorizar lo que tenemos (tengo) en “Mi cabeza”, bajo un flotante vaivén instrumental, onírico y lisérgico. Alquímica eclecticidad que manejan con la naturalidad de su propio respirar, siguiendo su expansión a fuego lento a lo largo de los cortes, patina sintetizada extra de regusto soul (reminiscencias en mis oídos de aquel mágico “Largo mañana” (21) de Rufus T. Firefly), con especial protagonismo en pasajes de “Los grillos”, dejando otro crujir emocional colectivo en el ambiente, un “reír y llorar” que te pellizca y paraliza desde el inicio; partiendo de deseos y ausencias en propia piel, para fundir en el siguiente parpadeo con preocupaciones y morfínicos miedos colectivos que, como sociedad también incomunicada, desvinculada e insensibilizada, no nos dejan afrontar y luchar contra los preocupantes retos que amenazan y ganan terreno (incertidumbre sociopolítica latente, con guerras que no acaban, antiguos fascismos que envenenan a las nuevas generaciones sin que se den cuenta y emergencia climática en el estribillo). Otra de esas letras que reafirman a Kike Suárez como un autor mayúsculo de canciones: “Me falta algo, pero no sé bien qué… / pero no me importa. / Todo va tan rápido / que ya da igual esto que he escrito. / Mientras todo pasa / solo puedo estarme quieto, / la única certeza / es que el futuro viene incierto. / Nadie hace nada / mientras llueve fuego. / Se cae el mundo y / ¿qué hago yo?”.

Si en su anterior trabajo pararon el tiempo y encontraron un punto de fuga en ese “Martes” laboral junto al maestro Kiko Veneno, aquí queman las manecillas de todo reloj un domingo cualquiera, compartiendo las pequeñas cosas desde las trincheras del amor, sin salir de casa, “Un día más” en el sofá con la persona que más quieres. Y de la colaboración de leyenda en “Los años mejores” que les llevó a echarse un cantecito por más de un escenario con el maestro Veneno en el treinta aniversario de uno de los mejores discos nacionales de la historia, “Échate un cantecito”(92), en este “Dime donde estamos” encontramos como padrino y figura fraternal a Noni Meyers, colaborando además en uno de los hits incontestables del álbum, ese enamoramiento no correspondido en el que uno no sabe qué decir ni cómo actuar, pensando a todas horas en esa persona… “No me digas la verdad”, rumba pop con guitarras tropicales y teclados espaciales que no te dejan tocar el suelo: “Yo diría que mis señales no se entienden, / me trabo cuando te hablo, / he borrado ya siete audios, / ¿te parece normal?/ Y ahora veo que estoy en un aprieto, / porque me estoy enamorando de ti. / Yo no sé qué quieres conmigo, / da igual… / Si esta noche te hablo de más, / tú no me digas la verdad”.

Entre medios, los retos digitales de esta cada vez más fría y artificial sociedad multipantalla, la titular “Dime dónde estamos”, para terminar con el mantra esperanzador de “Como no te veo”, con Vera Fauna haciendo despegar la nave sonora y acariciando ese sentimiento importante que cantaban Mujeres y que, antes de que sea demasiado tarde, debemos cuidar y disfrutar a toda costa.

Y no, no me olvido de ese “Me destruye” en el que es imposible no caer en un bucle continuo. Pieza de amor indestructible, con una omnipresente Ángeles Toledano que sigue malacostumbrándonos con tanto arte y mágica sensibilidad, fundiéndose con la banda al completo en una pieza en la que arde y palpita la verdad por los cuatro costaos. Desde ya, en el top de canciones más bonitas del año. “Solo pienso en el amanecer que me lleva contigo a lugares comunes, / solo pienso en el amanecer que revienta con todo lo que nos desune”.

Pese a todas las distancias y amargores, aunque la vida duela, aún estamos a tiempo de mirarnos a los ojos, compartir, arrimar el hombro, reír, llorar y querer de cerca. “Dime dónde estamos”, pero no me lo digas por redes ni por teléfono, vente a esta soleada terraza, a la sombrita de los naranjos y que siga sonando Vera Fauna al calorcito de la primavera.

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