Cancionero de los Cielos
DiscosViva Belgrado

Cancionero de los Cielos

10 / 10
Luis Benavides — 19-01-2024
Empresa — Fueled By Salmorejo
Género — Rock

No pasa tantas veces que el lanzamiento discográfico de una banda independiente suscite verdadera expectación. “Cancionero de los Cielos” de Viva Belgrado entraría en ese selecto grupo. Ayudaron los adelantos, tan variopintos, tan diferentes, anticipando nuevos registros. También generó curiosidad la creación de su propio sello e incluso, por qué no decirlo, sus nuevas fotos promocionales, con un estilo digamos más cuidado. ¿Qué Viva Belgrado nos encontraríamos en 2024?

Pues bien, escuchado repetidamente “Cancionero de los Cielos”, queda la sensación de estar realmente ante un disco importante para la carrera del cuarteto, un paso adelante que además puede dejar huella en muchos jóvenes. Porque los componentes de Viva Belgrado, rondando los treinta años, tienen las mismas dudas existenciales, sienten el mismo vértigo al pensar en su futuro, idéntica desazón al contar los ceros en sus cuentas bancarias. “¿Quién quiere salvar el rock si puede estar de fiesta?”, se preguntan en la inicial “Vernissage”, un retrato no demasiado amable de su generación y de la escena musical desde su particular perspectiva como peones de la llamada industria cultural. “Somos tan amigos en el ‘backstage’ del festival; tú estarás de farra pero yo vengo solo a currar”, cantan en un corte armado con un Rhodes y unas cuantas notas autobiográficas (lo del par de riñones, por ejemplo, hace referencia a las intervenciones que sufrió Cándido, su cantante y guitarra, a raíz de una complicación en el sistema renal).

Las letras de la banda siempre rezumaron verdad. En esta ocasión, el cielo es el elemento conductor de nuevo disco repleto de referencias literarias y metáforas –de las gaviotas a los planetas pasando por la luna– al servicio de la exploración interior. El mejor ejemplo es la acelerada “Gemini”, una canción-lista de apenas dos minutos de duración con algunas contradicciones en primera persona provocadas por ese ego que todos tenemos. Cándido, el letrista, se expone como nunca, como casi nadie, al ponerse frente al espejo y mostrarnos su “mejor enemigo” en un ejercicio de honestidad brutal con ecos a los disonantes Drive Like Jehu.

Abundan las referencias a su trabajo como hacedores de música porque, supongo, la banda se ha convertido en su vida, lo que llena sus días. Me encanta especialmente esa búsqueda de la canción perfecta en “Ranchera de la Mina” (jugando con el nombre del estudio en el que grabaron), también la dulce voz de Sara Zozaya en “Nana de la luna Pena” prometiéndoles inspiración. “Si me acunas una noche más, te prometo la mejor de tus canciones”, les responde.

Grabado por una inédita dupla de productores, la formada por Raúl Pérez (Pony Bravo) y Santi García en Sevilla, “Cancionero de los Cielos” sigue la senda marcada por el entonces rupturista Bellavista(20), ahondando en el pop en mayúsculas, en el que tienen cabida elementos del shoegaze (¿alguien podría quitarme “Perfect Blue” de la cabeza?) y del hip hop a través de la colaboración de Erik Urano, incluso canciones sin guitarras como la preciosa “Elena observando la Osa Mayor”. No hay límites, y por eso mismo no renuncian al post-hardcore más electrizante de sus inicios. Ahí están “Gemini”, “Chèjov y las gaviotas”, “El Cristo de los Faroles” y “Saturno devorando a su hijo”.

“Se han marcado un Standstill en toda regla”, le decía a un amigo hace tiempo, cuando escuché por primera vez este disco tan cantado, tan melódico. No pude evitar pensar en Enric Montefusco y compañía, en ese Vivalaguerra de 2006 que sirvió de puente entre el post-hardcore y el indie. Con el tiempo, estoy convencido, también recordaremos este “Cancionero de los Cielos” como un hito de la música independiente de este país, un álbum total, “poético, político y un poco espiritual”.

 

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