No ha sido un camino de rosas para la australiana Courtney Barnett completar su segundo trabajo. El rotundo éxito de "Sometimes I Sit and Think, And Sometimes I Just Sit" (Milk/15) tuvo un efecto casi paralizante para una compositora que de repente levantó las mayores expectativas. Sobre todo, en sus propias palabras, se trataba de no “añadir una canción más al montón que ya hay en el mundo; quería componer cosas que me importaran y tuvieran un sentido”. Noble propósito que refleja la presión que se puso a ella misma para elevar el listón.
Afortunadamente, su colaboración con Kurt Vile y la meditación oriental tuvieron un efecto terapéutico en la recuperación de confianza. Sobre todo, en su apuesta por escribir letras más personales. Porque en lo musical, su propuesta agreste, juguetona y espontánea, con referencias clásicas y del mejor indie, sigue ahí, aunque con un toque añadido de sofisticación. No es una sorpresa, teniendo en cuenta que repite exactamente la misma banda (y productores, ella misma incluida) que su debut. Es en lo lírico donde Barnett tiene la valentía de ser más confesional, introspectiva y directa. Madurez lo llaman.
Las brumas de ultratumba del inicio de la densa "Hopefulness", que funciona casi como intro, engañan. ¿Oscuridad sin concesiones? Muy pronto, el riff de guitarra de como quien no quiere la cosa, nos devuelve a su territorio, donde manda esa voz encantadora y las melodías informales. “You know it´s OK to have a bad day”, canta, según la canción va creciendo. Las cosas se aclaran aún más en "City Looks Pretty", con su estrofa de bajo obsesivo, su estribillo irresistible y su cambio de ritmo; y en "Charity", que en un mundo paralelo, sería incontestable hit. Una melancolía suave se adueña de la parte central del disco, con "Need A Little Time" y "Nameless, Faceless", inspirada por una cita atribuida a Margaret Atwood. Courtney se pone aguerrida contra el machismo rampante también con" I´m Not Mother, I´m Not Your Bitch", que por momentos parece un homenaje al tristemente fallecido Mark E Smith. En "Crippling Self Doubt and a General Lack of Self Confidence" (gran título muy suyo) invita a cantar a las hermanas Deal de The Breeders, en un juego intergeneracional que funciona y tiene todo el sentido. La espléndida "Sunday Roast" culmina un disco breve y cuya maduración parece haber salido sin esfuerzo, que Barnett ha utilizado como terapia: siempre hay luz al final del túnel. Sobre todo, con discos así.
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