El “Cimoc”, “Blade Runner”, Donna Summer, “Galáctica estrella de combate”, Moëbius, Giorgio Moroder, “Historias de la taberna galáctica”, “Alien”, “E.T. el extraterrestre”, “Star Wars”,… En medio de una profunda depresión económica y aún metidos de lleno en la carrera espacial a la que pondrían fin el colapso soviético y la tragedia televisada del transbordador Challenger, los últimos años de la década de los 70 y primeros 80 dieron lugar a un movimiento cultural escapista, reverso lúdico-festivo de la rebeldía no-future del punk. Y aunque musicalmente ha tardado lo suyo en obtener reconocimiento crítico, la reivindicación del sonido disco por parte de tipos tan de fiar como James Murphy, Lindstrøm o Andy Weatherall y el éxito intergaláctico de Daft Punk han terminado por hacer justicia. Francia, la tierra de los autores de “Get Lucky”, fue precisamente uno de los lugares que acogió con más entusiasmo esa reinvención del pop por vía del moog y otros sintes analógicos, aportando superestrellas del momento -Jean Michel Jarre-, clásicos que se apuntaban al carro -el propio Serge Gainsbourg no dudó en adaptar su sonido a los tiempos-, nombres de culto rehabilitados no hace tanto -Cerrone- y one hit wonders -imposible no esbozar una sonrisa al recuperar “Temps X” de Didier Marouani-. Ellos y un buen puñado de nombres más, hasta veinte, componen esta adictiva pieza de arqueología chic y vacilona que es “Cosmic Machine”.
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