Corsé
DiscosClara Peya

Corsé

9 / 10
Yeray S. Iborra — 02-10-2023
Empresa — Vida Records
Género — Pop

Llamar continuista a "Corsé", el nuevo disco de Clara Peya, puede sonar a perogrullada. Sobre todo si nos basamos en el arranque: "Sota les dents", compartida con Leo Rizzi, está movida por otro tipo de electrónica. Sutil. Nada invasiva. Lo mismo pasa con "Cerebralmente", la que sigue, junto a Ede y de medido equilibrio entre teclados coloristas y la PC Music.

Continuar no es en ningún caso repetir. Tal vez por ello, la artista catalana sobresale en cada lanzamiento desde "Estómac" (18). Serán los pianos. Será su pluma. Esas letras de apariencia sesudas, mentales, pero con giros rápidos hacia cuerpo y tripas. De lo íntimo a lo abisal. En esta ocasión, además, abordando algo tan mundano y doloroso como la violencia de la perfección. Algo de lo que es víctima hasta el mismísimo inventor del sistema.

La transición hacia el tercer tema del álbum es digna del vaivén de Jon Hopkins. Está conjuntada a un arrastrar de palabras a lo Anohni, cantado por Momi Maiga ("Abrir la luz"). No hay ni un sólo tema que no transite esa misma intensidad y belleza. Cada uno a su manera. Algo, por cierto, que lleva pasando desde hace –mínimo– un lustro en la discografía de Peya. Pasó sobradamente en "Perifèria" (21). Pero es que este "Corsé", un disco en el que abre la voz hasta a trece artistas diferentes, es magnánimo. También por el bestial trabajo que se escucha a la producción, compartida entre la propia artista, Didak Fernández y Adrii Goor. Todo para que la cosa cuadre sin sobresaltos. El trabajo bien hecho es el que ni siquiera se ve.

Siquiera los acompañantes más extraños, dígase Albert Pla, chirrían. ¡Consiguió que Pla no se zampase una canción!

La catalana se ha rodeado de intérpretes de todo pelaje: afectuosa la tonada de la basca Maren, lindos los fuegos artificiales en catalán que le ha preparado al luso Salvador Sobral o la que cierra, espectacular con espectacular Sílvia Pérez Cruz. El broche, una auto-nana que acaba de pegar en el costado, donde más duele: “Si dormir es lo opuesto a sufrir, dormiría toda una vida”. Cualquiera que haya estado en esas, soltará más de una lágrima y sentirá también un abrazo. Todo a la vez.

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