Podría parecer que finalmente Mike Patton nunca lanzará un disco mediante una major. Allá por comienzos de los 2000 se rumoreaba la posibilidad de un disco solista de tonalidades poperas y plagada de invitados estelares que saldría por una multinacional y catapultaría al hombre de las mil voces a las orejas del gran público. Ese disco terminó siendo el de Peeping Tom, lanzado en 2006 por el propio sello de Patton y no exactamente un éxito de ventas, aunque sí un disco valorado por sus fieles. En 2019, Patton edita “Corpse Flower” en colaboración con el gurú francés Jean-Claude Vannier, ex colaborador de Serge Gainsbourg por nombrar alguna hazaña popular. Desde que se supo de este proyecto, la palabra “pop” sonó en su órbita, aunque en el resultado final su presencia es volátil. Aquí Patton se contornea pisando de lleno en el terreno de lo escuchable, sí, pero atento al retorcido manual al que atiende desde el día que se decidió a ser músico y ofrece una afortunada serie de arreglos, melodías y armonías malditas, susurrantes y sonrojantes –en el buen sentido-. Por supuesto que, al ser una colaboración al cincuenta por ciento, la riqueza abundante en este álbum está bien repartida con Don Vannier.
De algún modo, se trata efectivamente del disco que todo Pattonista “blando” –las madres de los fans de Patton son buena parte de esta comunidad– estaba esperando, pero tampoco es que entre a la primera con facilidad. Los contrastes siguen existiendo, la política de la disonancia está en superávit e incluso hay puntos de contacto con bandas como Mr. Bungle o Tomahawk: ese característico vuelo creativo aquí aparece más a escala humana, que, cuidado, también puede ser relativa. Si se escucha “Corpse Flower” con atención, la experiencia revelará un nivel instrumental complejo y aglutinado en un prisma estético único, de una solidez admirable, mérito también compartido con una serie de sesionistas excelentes, colaboradores de artistas como Beck, Johnny Cash y Marvin Gaye.
El disco evidencia el espíritu arriesgado de ambos artistas, a quienes una generación les separa pero una evidente química les une. Los esfuerzos y talentos de ambos logran ponerte la piel de pollo en la sórdida “Cold Sun, Warm Beer”, invitan a la seducción en “Browning”, se cagan en todo en “On Top Of The World”, te dejan con el corazón a doscientas veinte pulsaciones por minuto en “A Schoolgirl’s Day”, te enseñan que Patton es un fanático perdido de la carne en “Corpse Flower” y para el final te ponen un smoking blanco sobre el cual derraman toscamente una copa de cava en “Pink & Bleue”.
“Corpse Flower” es un viaje intenso en el que los artistas controlan cada movimiento con precisión quirúrgica y sentimiento desenfrenado. Típica virtud de las grandes obras de arte.
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