Noche eterna
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Noche eterna

7 / 10
Sergio Iglesias — 06-02-2025
Empresa — Autoeditado

Cinco años de espera han sido demasiados, pero por fin podemos escuchar las nuevas canciones de Cordura. El séptimo disco de la banda bizkaina, grabado por Martín Guevara, supone una apuesta por un sonido más crudo, y menos eléctrico que, lejos de encasillarse en un estilo concreto, se mueve entre el garage, la psicodelia y el stoner, ofreciendo una versión renovada de una banda que, sin embargo, mantiene intacta su personalidad después de casi 25 años de carrera, en los que se han convertido en uno de los grupos más especiales de nuestra escena local.

Como decimos, este nuevo trabajo de Cordura supone una declaración de principios absoluta frente al inmovilismo, apostando por la evolución musical, huyendo a pasos agigantados de la zona de confort. Para ello, la banda bizkaina parece haberse dejado llevar por la intuición natural y la visión de un productor que, lejos de limitarse a mezclar y producir de manera mecánica, es un experto en dejar su impronta en cada producción, pero siempre manteniendo la esencia del artista en cuestión. Una esencia que, en este caso, destaca aún más, al tratarse de una de las bandas más inclasificables de nuestra escena.

Y es que, el cuarteto brilla en cualquiera de los registros que adoptan en este “Noche eterna”, dando unos bandazos que en ningún momento desentona dentro de un conjunto estilístico absolutamente meditado antes de ponerse en manos de Martín Guevara, ya que se nota que la banda tenía muy clara la senda que tocaba tomar después de 25 años.

Una senda marcada por sonidos variados, que van desde el stoner de la inaugural “Carpe noctem”, o “Brisa”, mucho más cercana al metal clásico, al garage de “Escupir al cielo”, con un efectivo y magnético riff marca de la casa por parte de Michi, pasando por la psicodelia de temas como ‘Aflicción’ o ‘Brisa’. Una psicodelia que encuentra su punto álgido en la pieza con la que concluye el disco: “De entre los muertos”, una alegoría casi mística, que dibuja uno de esos universos característicos de la banda bizkaina, y en los que tan bien se manejan.

Sin embargo, Cordura también saben pisar los extremos sin perderse por el camino, bajando a sonidos más asequibles como el rock clásico de la rabiosa “Miembro fantasma”, o complicándose con piezas instrumentales como el interludio que divide las dos caras del disco, “Carpe Omnia”, donde sucumben a la electrónica y a sonidos más contemporáneos, saliendo también victoriosos de este reto.

Un disco, en definitiva, donde demuestran con creces que, aunque ya lleven un cuarto de siglo en esto, todavía mantienen la curiosidad y la inquietud por seguir investigando y descubriendo cosas nuevas. Y es que, precisamente, esa es la clave para que la llama siga prendida y sean capaces de dar bolazos tan extraordinarios como el que dieron el mes pasado en Kutxa Beltza, para presentar este magnífico trabajo.

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