Javier Almazán ya había dejado muestras de un talento dotado de personalidad y calidad al frente de su proyecto como Copiloto, pero es cuatro años después de su anterior entrega cuando el oscense confirma madurez creativa.
“Los Puentes Hundidos” refleja, con precisión y honestidad brutal, toda esa desconfianza y consternación asociada al cambio vital que el paso al mundo definitivamente adulto tiende a generar en la persona. Un amplio bagaje emocional acompañado de estructuras complejas, capaces de soportar el peso latente en las diez historias seleccionadas. Así la evidencia pop de anteriores entregas se revuelve ahora enfurecida hasta alcanzar formas consistentes y menos evidentes, inéditas hasta la fecha en la música del aragonés. Son niveles adicionales de rabia -lírica, instrumental e interpretativa- en el álbum más trascendente, realista y completo en la trayectoria del artista.
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