El que tendría que ser el disco más musicalmente luminoso de Los Planetas se queda en un estupendo medio Lp en el que la afición de J a las historias con múltiples lecturas alcanza niveles difícilmente superables. ¿Son “El golpe de gracia”, “Devuélveme la pasta” o “Y además es imposible” (en realidad, todas salvo los temas de relleno) historias de desamor post-adolescente o postales de la fractura entre un grupo y su discográfica?
J siempre ha sido un maestro de las canciones de venganza y aquí vuelve a dar buena muestra de ello (“En el castillo de donde las dan las toman/hay una cama reservada para ti” canta en “No ardieras”), así que decantarse por cualquiera de esos sentidos sería hacer un triste favor a la magia de unas magnificas canciones (¡cómo crece “Nunca me entero de nada”!) y a la habilidad de J para esconder lo obvio tras una muralla de dobles sentidos. Con este nivel, no es problema que el grupo juegue con la hipócrita corrección política de las corporaciones (¡cómo iba a ser “Canción del fin del mundo”, el primer single con el verso “Y voy a reivindicar los atentados”!).
El pero de este disco es que, empeñados en ir a la contra, los de Granada añaden cuatro temas, con el definitorio instrumental “Cumplimentando compromisos contractuales” a la cabeza, que por flojos o haber sido ya publicados no aportan nada al conjunto. Si esa energía se hubiera canalizado hasta completar un álbum completo estaríamos hablando de su mejor colección de canciones. Pero a Los Planetas hay que sabérselo perdonar (casi) todo.
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