Mucho tiene que ver en la realización de un disco como este “Shine No Stars” la total libertad creativa -esa que también en momentos le aleja de los lugares y plataformas donde se disputa la atención del público- con la que ha guiado su carrera este trotamundos irlandés afincado desde hace tiempo en Logroño. Un álbum nacido en sus primeros esbozos como puntual recuerdo a su padre fallecido recientemente y que paulatinamente iría desembocando en la construcción de una suerte de ópera rock guionizada entorno a la simbólica historia de un astronauta empujado a emprender la misión de dejar atrás la tierra. Será a través de la nada desdeñable cifra de diecisiete temas, con sus pertinentes interludios, por donde desfilen, parapetándose en dicha “excusa” argumental, reflexiones acerca de la vida, la muerte, el amor y en definitiva todos aquellos temas esenciales brotados por la noticia del luctuoso hecho familiar.
A lo largo de los ya más de diez años que le conocemos, Conn Bux ha demostrado su absoluta querencia por la dimensión clásica del rock, y lo ha hecho tanto cabalgando entre sus manifestaciones eléctricas y poderosas como acurrucándose entre la ternura intimista que posibilita. Es la propia naturaleza de este trabajo, con ese ánimo narrativo, la que facilitará la adopción no solo de ambas sensibilidades sino llegar mucho más allá y esparcir un amplio surtido de sonidos. Una diversidad estilística que aportará dinamismo y colorido a ese desarrollo temático al mismo tiempo que se filtrará incluso en las canciones, convirtiendo muchas de ellas en una alternancia de paisajes, condensando en escasos cinco minutos una sucesión de escenarios. Cualidades que bien encauzadas, como así es, se agradecen en un álbum que cuenta con una considerable extensión.
La inicial toma de contacto con el disco ya nos revela que ni su título, ni su ya mencionado hilo conductor, son nociones a tener en cuenta únicamente en el terreno conceptual. La primera parte -de las cinco que se irán sucediendo- del tema titular instantáneamente nos sumerge en ese ámbito espacial y evocador, dejando constancia de él incluso en el extracto dominado por un hard rock con nervio funk, a lo The Black Crowes. Contraste de emociones que empastarán de manera más perfecta en “The World and Me”, donde el tono acústico y de ensoñación muda en un impetuoso ritmo setentero, haciendo ya palpables las conexiones con respecto a Bowie. Será esa faceta más impetuosa la que se apodere y arremeta con piezas como “Can’t Come Back”, de desgarrada intensidad noventera, la agitada pero melódica “Wer’e Not Animals” o el arrollador carácter punk que empapa “Shine No Stars, Pt. 4”.
No reside la heterogeneidad de este trabajo solamente en la habitual dicotomía entre electricidad y la falta de ella o la diferente velocidad aplicada en el paso. Aquí, el despliegue cromático alcanzará tesituras pop, progresivas o de radical austeridad, demostrando versatilidad en la ejecución, habilidad en la interpretación y por encima de todo la capacidad para dotar a esa amalgama de un paso firme y con sentido global. Porque si lógica resulta en la ecuación tradicional la aparición de la campestre y delicada “Deadman”, no lo es tanto ese piano pegadizo que sacude “Lay Down”, el sentido operístico de “Shine No Stars, Pt. 2” o la alta instrumentación utilizada en “Just Once Around the Moon” para imprimirle épica. Más convencionales en cuanto al trazado con el que se presentan, pero que igualmente inciden, reafirman y elevan ese tono variado, son las desnudas y emocionantes “To Rose” o “Tell Me About the Weekend”.
Es indiscutible el reto que Conn Bux asume con un álbum de estas características. Lo es por extensión, por la falta de prejuicios y por la pretensión de crear una historia ligada a toda esa floreciente sonoridad. Aspiraciones siempre dignas de elogio pero que además en este caso solventan el lógico peligro de la desconexión logrando que cada uno de esos múltiples matices se comporte como una pincelada que toma pleno sentido en su relación con las demás. “Shine No Stars” se construye desde, y sobre, la emotividad, pero desde ahí se encamina a la melancolía, a la rabia o al amor, sentimientos que afloran cuando se siente cerca la pérdida y que en este simbólico álbum emprenden un viaje que logra regatear los cielos artificiales para dirigirse con rumbo firme hacia el verdadero estrellato.
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