El revival post-punk que se prolongó durante buena parte de la pasada década se fijó en elementos bailables y/o experimentales renunciando al goticismo que representaban bandas como Siouxsie & The Banshees. Sin embargo, con aquella mina de oro cerrada por sobreexplotación, ha sido Siouxsie Sioux quien ha terminado por convertirse en el modelo presente de una nueva ola de grupos y artistas: Austra, EMA, Esben & The Witch, Anna Calvi y, muy por encima de todos ellos, Zola Jesus, que ya coló “Stridulum II” en la lista de los mejores discos del 2010 de esta publicación. Desde estonces además de disfrutar de su minimalista directo en el Primavera Club, hemos podido escuchar su tête à tête con Jamie Stewart (Xiu Xiu) en Former Ghosts y la colaboración en el nuevo disco de M83, en una muestra clara de que Nika Roza Dalinova amenaza a con dar el salto que la convierta en estrella global. Con tanta actividad se entiende que apenas haya habido tiempo físico para planificar “Conatus”, para convertirlo en una vuelta de tuerca a su carrera. Las diferencias entre la Zola Jesus de hoy y la que conocimos en “The Spoils” (2009) y (sobre todo) “Stridulum II” son sutiles, por mucho que en la coproducción Brian Foote sustituye a Alex DeGroot. El cambio no se traduce en nuevos arreglos -su sonido aún se reduce a la colisión de sintetizadores catedralicios y amenazantes caja de ritmos- ni en nuevas formas vocales o de composición. Suficiente para un disco con el que la ruso-americana debería consolidarse y primera señal de alarma para los que demandamos esa reinvención que la coloque en primera división.
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