Luz, Figura y Sombra

Desconozco si desde el punto de vista del marketing musical hay algún tipo de curva estratégica para alcanzar el “éxito”, pero si existiera estoy casi seguro que Como Asesinar A Felipes está encontrando la forma de volver a dibujarla y llegar a su propio concepto de éxito –uno que privilegia la integridad artística aún tomando cuánto riesgo sea posible en cada movimiento– de un modo opuesto al tradicional.

Con una carrera de más de quince años que les eleva desde los antros del underground de Santiago de Chile hasta el sello hamburgués de culto Clouds Hill –hogar de The Mars Volta o INVSN entre otros–, CAF vuelven a dar la nota, en el buen sentido, este año.

“Luz, Figura y Sombra” es otro salto al vacío que les planta frente a un nuevo desafío: la idea tras el disco es tan concisa e interesante que plantea una seria dificultad de que se superen a si mismos en el futuro. Aunque, a decir verdad, eso es algo que ha ido sucediendo en su carrera disco tras disco y nunca les ha supuesto un problema en términos de creatividad y avidez artística.

“Luz, Figura y Sombra” plantea la idea de disentir frente a un mundo estúpidamente bipartito. ¿Cómo llevan la idea a la práctica? Dándose de frente con sus ansiados heterónimos y llevando tres líneas armónicas (“I”, “II” Y “III”) a los tres formatos que siempre caracterizaron al sonido de la banda: el orquestal (representado en los instrumentales llamados “Luz”), el electrónico (las “Figuras”) y el orgánico (las “Sombras”, que son los temas tocados por la banda con sus instrumentos de toda la vida). Pese a esas partes, se trata de una sucesión de temas que merecen –y necesitan– ser escuchados uno tras otro.

La preciosura inabarcable de “I Luz”abre el juego con sentidos arreglos de cuerdas y un sonido de piano que no deja emoción sin abarcar –gentileza de Marcos Reza, ex teclista de la banda–, mientras DJ Spacio guioniza el tema instrumental con maestría. “I Figura” toma el hip hop clásico para aparcarlo en la comodidad que ofrecen los colchones de sintetizadores, al tiempo que las líricas comienzan un camino tan poético como doloroso. “I Sombra” es quizá el momento álgido del álbum, una suerte de post-punk de arreglos jazzeros que no sonríe en ningún momento y que se sumerge en las aguas de la conciencia filosófica. “II Luz” es el arreglo de guitarras que Raimundo Santander (actual bajista de CAF) ofrece, un camino de interacción inteligente y emotiva de tres guitarras que lloran y te hablan al oído dando tranquilidad. “II Figura” nace de una especie de rave decadente dando como resultado una genial pieza disfuncional que se mueve entre bombos a negras y cajas rebeldes. “II Sombra” tiene una de las más impactantes bases de bajo y batería (último aporte del bajista histórico de CAF, Sebabala, y brillante performance de Felipe Metraca) que todo amante del post-rock a la Tortoise y el metal progresivo a la Tool podrán apreciar en este 2022. El trabajo con la flauta de Cristian Gallardo hace que las letras de Koala (“es la maldición del crucifijo presente/que llegó para quedarse”) duelan algo menos. “III Luz” evidencia el talento y buen gusto –tirando de emociones melancólicas e irascibles– de otro ex integrante del grupo, el teclista Gabo Paillao, cerebro de La Brígida Orquesta. “III Figura” suena como lo haría una banda sonora de una buena película de suspense, con DJ Spacio ofreciendo su mejor cara a fuerza de scratches y samples milimétricos. “III Sombra” nos nuestra a una banda que juega a tope, dueña de ese universo que ha sido capaz de seducir a gente como Bill Gould y Mike Patton (Faith No More) o Chino Moreno (Deftones): drama, oscuridad, clima, sutileza y brutalidad conviven en el corte más largo y asfixiante del trabajo. “Búscate tus propias palabras/tus propias piezas para el rompecabezas”, pide Koala y resume el ideario de un trabajo en el que vuelven a esa búsqueda perenne de un sonido que aún no llega y mientras tanto sigue ofreciendo grandes discos que colocan a los chilenos entre los grupos más excitantes de la actualidad.