A Beth Orton la apreciamos en su justa medida a partir de su segundo álbum, el galardonado con un Brit Award “Central Reservation”, para luego perderla un poco de vista en parte por culpa nuestra y en parte por culpa de un tercer disco, “Daybreaker”, que no tenía ni de lejos el mismo calado emocional. Pero por fortuna para sus fans (que son más de lo que a simple vista parece) esta inglesa poseedora de una de las agendas de contactos más impresionante de la escena actual, ha hecho un nuevo uso de ella para que el músico y productor Jim O’Rourke (Sonic Youth, Wilco, Stereolab), al que conocía desde hacía diez años, se ofreciera para dotar a su nuevo trabajo de una sencillez tan entrañable como cálida.
Sin ningún artificio, la ondulante y sensual voz de Beth Orton suena más conmovedora de lo que jamás ha sonado, capaz con un susurro de deshacer los corazones más duros. Los mismos que protagonizan las relaciones que dan vida a un álbum concebido para saborear envuelto en el calido abrazo del ser amado. Canciones como la encantadora tonada que abre el disco “Worms” o la que casi lo cierra “Heart Of Soul” valen en si mismas un potosí y su folk pop íntimo la va a colocar de nuevo en lo más alto.
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