Este dúo australiano con imagen potente y glamourosa ya recibió cierta atención con su debut “Heat” en los ambientes de pop sintético. Pero es este segundo trabajo, deliberadamente más sofisticado, el que les postula como sensación de la escena electrónica con tintes neogóticos…si consiguen sacar la cabeza de entre tantas propuestas que se mueven en coordenadas similares. Lo mejor es que “Cold Nights” se escucha en un santiamén. Juegan al despiste con su blanquísima portada, aunque el look fatal de vampiros decimonónicos de Tara Green y Jimi Kritzler no deja muchas dudas acerca de sus gustos. A los que crecimos con “First and Last and Always” (Sisters of Mercy), Bauhaus, Depeche Mode o similares, nos ganan desde “Only A Game” y, sobre todo, el rotundo single “Paradise”, con esos teclados crudamente románticos y las arrebatadoras melodías vocales, que se imponen a una producción ampulosa, signo de los tiempos. Pero discos como éste, con su olfato melódico y su claridad de ideas (que no originalidad), le alegran a uno la tarde (o la noche). Pedirles más no tiene mucho sentido.
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