Fate in Seven Lessons
DiscosCold Cave

Fate in Seven Lessons

7 / 10
JC Peña — 05-07-2021
Empresa — Heartworm Press
Género — Post punk

Una década le ha llevado a Wesley Eisold completar su tercer trabajo, un EP (o disco corto de media hora) con el que condensa y revitaliza su querida estética siniestra con un pie en los ochenta, desde esa portada con una pintura de flores que evoca una versión tenebrosa y misteriosa de “Power, Corruption & Lies”. El cuero y las gafas oscuras siempre han evocado a los añorados Sisters of Mercy, con los que empezaba a parecerse también por su escasa productividad discográfica (cierto que en estos últimos años ha ido sacando un reguero de canciones y singles). En su nuevo trabajo, su tributo al amor, muestra tanta solvencia para recrearse en las diferentes facetas de la oscuridad romántica y su reverso, como deudas contraídas con sus héroes.

Inevitable no pensar en Sisters of Mercy (y también en su escisión The Mission) o en los Depeche Mode de mediados del 87 al enfrentarse a la caja de ritmos, el bajo robusto y la melodía vocal atormentada de “Prayer From Nowhere”, con ese estribillo puramente gótico. “Night Light” cambia de tercio hacia un pop electrónico luminoso deudor de los New Order eternos de “Temptation”: bajo sintético, frasecillas de guitarra intercaladas y una melodía vocal casi de Bernard Sumner. La oscura “Psalm 23”, con su bajo sinuoso sintético y coros femeninos, se interna en terrenos más densos, personales y minimalistas, casi industriales, con ecos de Suicide, otra de las influencias veneradas. El contraste con la tierna “Love Is All” -con la voz de su hijo-, y los teclados protagonistas a lo The Cure, es total, aunque la armónica del final pone una nota extravagante.

“Happy Birthday Dark Star” funciona como brillante síntesis de todo lo que interesa a Cold Cave: un caramelo envenenado para todos los fieles acólitos de esta estética. Y hay más: contundencia con los pasajes robustos de “Honey Flower”, entre el “Automatic” de The Jesus and Mary Chain, Gary Numan y Andrew Eldritch, más el pop gótico californiano de “Promised Land”. Por si alguien no se había percatado, Eisold se ha empapado de arriba abajo las glorias de esta era y estética musical, y es ahí donde se encuentra como pez en el agua, como muestran estas siete lecciones.

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