El undécimo disco de los neoyorquinos Coheed and Cambria responde, lógicamente, a la saga interminable en la que se enmarcan la mayoría del resto de sus álbumes.
Si eres un fan hardcore de Claudio Sanchez y sus colegas, sabrás detalles de cómo vienen los tiros en esta historia fantasiosa llamada las Amory Wars, pero si eres de los que les prestó atención, luego les perdió pisada, para más tarde volver a sentirte interesado en ellos y debido a ello estar leyendo esta reseña, te vamos a decir que enhorabuena, has vuelto al vórtice de la banda en un buen momento.
La propia naturaleza del grupo destaca por haber desarrollado una personal manera de tocar extremos sonoros y, aquí, en esta nueva entrega, todas sus variopintas (y usualmente barrocas) caras están haciendo sus muecas.
El minutaje que ronda la hora de duración se lleva con facilidad, entre esos temas que hacen aflorar la faceta más emocional y solemne del grupo (la apertura de instrumentación orgánica, “Yesterday’s Lost”, la balada adolescente “Meri of Mercy” o la acústica y armonizada “Corner My Confidence”), los estribillos pop de confeti y globos de colores (“Goodbye, Sunshine”, “One Last Miracle”, “Someone Who Can”) y los momentos heavies (la épica del single “Searching For Tomorrow”, las guitarras octavadas de “The Father of Make Believe” o el chute de energía que dispensan la serie “Blind Side Sonny” y “Play The Poet” en la que alternan voces robóticas, breakdowns y arreglos drum n bass).
Párrafo aparte para la lograda saga-dentro-de-la-saga, “The Continuum” que en sus cuatro entregas resumen algo de lo comentado anteriormente y le suman el virtuosismo proggy omnipresente de la banda en plan show off descarado.
En definitiva Coheed and Cambria sigue siendo esa banda abarcativa, sobrada de talento y estrambótica que si te pilla con energía para dedicarles puede que te proponga un viaje vertiginoso y hasta fascinante, aunque si no estás en su mood, mejor evitar el surmenage de incentivos.
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