Resulta curioso que la revolución digital haya sido el origen de una subcultura que reivindica las cintas de cassette, el sonido sucio y cochambroso. En la era del iPod, cuando cualquiera lleva en su bolsillo un reproductor cuya fidelidad supera la de los enormes equipos que usábamos hace una década, la música pop se mueve en la dirección opuesta y prima el sonido cutre.
Vivimos en tiempos hambrientos en los que se impone la urgencia. De tal manera que es normal que perdamos la perspectiva. ¿Es el debut de Cloud Nothings un disco necesario para legitimar el lo-fi como forma de expresión contemporánea o simplemente otra muestra de que la velocidad a la que suceden las cosas nos arrastra a todos hacia ninguna parte? Comentaba Bethany Cosentino (Best Coast) en su reciente entrevista para Mondo Sonoro que empezaba a estar cansada de que se hablara del lo-fi como un estilo y no como una técnica de grabación, y estoy de acuerdo.
Así que si Cloud Nothings son buenos o malos deberíamos decidirlo en función de las canciones y no en función de que suenen como suenan las cosas que se supone que molan. Y el balance es irregular: “Can’t Stay Awake”, “Hey Cool Kid” y “Strummin” señalan en la dirección correcta, son simples y efectivas, grandes melodías pop disfrazadas de indigencia, pero otras en cambio te hacen pensar en quinceañeros esforzándose en combinar un par de notas durante el primer ensayo de su primer grupo.
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