"There existed an addiction to blood" supone una vuelta de tuerca en el peculiar tratamiento de la tensión, el misterio, la densidad y el desasosiego al que los productores y MCs Jonathan Snipes, William Hutson y Daveed Diggs viven consagrados desde hace diez años bajo el nombre de Clipping. En la senda de otros especialistas en forzar los límites del Rap más incómodo y oscuro, como Dalek, Death Grips o los también angelinos Ho99o9, Clipping no tienen contemplaciones; no hay ninguna intención de ponerte las cosas fáciles, este es un disco extremo, excesivo, violento y tan adictivo como difícil de digerir. En gran parte del minutaje del disco deciden eliminar los elementos rítmicos y se sumergen en brumas de sonido y ruido, espesas e industriales, que ofrecen un colchón alucinado y asfixiante por momentos sobre el que dan rienda suelta a un imaginario pesadillesco y urbano que se nutre del Horrorcore y la violencia y el vértigo de la vida en las calles de Los Ángeles. Como ya viene siendo habitual con cada nuevo disco de Clipping, el resultado final es espectacular si uno es capaz de entrar y disfrutar del estado mental psicótico e intoxicado al que te arrastran unas canciones construidas para provocar cualquier cosa menos indiferencia.
Fans declarados del cine de John Carpenter, Clipping ponen la crudeza y el extremismo experimental de la producción al servicio de una especie de pesadilla urbana que, por momentos, logra colocarte en lugares ciertamente incómodos. El ruido blanco, los drones mareantes y los ambientes fantasmales se convierten en elementos principales del paisaje sobre el que Clipping descargan de forma inmisericorde sus característicos flows agónicos e incisivos. Cada frase es como un taladro dirigido a las sienes. Todo suena saturado, roto y tenso. El proceso de deconstrucción decadente en el que convierten canciones como “La Mala Ordina”, que arranca recordando a El-P y va degenerando en una niebla de distorsión y ruido, o la agonía tecnológica de “Attunement” o “Club Down”, combina de forma misteriosa y efectiva con multitud de samplers inquietantes a base de guiños al cine de terror de serie B, atmósferas lluviosas y urbanas, gritos, mensajes telefónicos y un sinfín de sonoridades y ambientes que te mantienen en tensión constante, creando una sensación narrativa y cinematográfica a lo largo del disco, como si de la banda sonora de una distopía de terror se tratara. En los escasos momentos en los que Clipping suavizan la propuesta y se acercan de alguna manera al concepto más convencional de canción (es una forma de hablar...), como en “Blood Of The Fang” o “Nothing is Safe”, nos regalan auténticos pepinazos que firmarían encantados Danny Brown o el Kanye West de "Yeezus".
Este no es un disco para todo el mundo. No es un disco para cualquier momento, y desde luego no supone una escucha cómoda ni complaciente, pero si logran conectar con él, les volará la cabeza, en el mejor sentido de la expresión. Si no conectan, se la volará también, pero con peores resultados.
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